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Historia

El bravo defensa Marcial y el partido de las langostas

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La narración de este artículo, documentos de archivo y gráficos han sido recogidos literalmente del volumen IV de la historia de la UD Las Palmas cuyo autor es Antonio de Armas de la Nuez.

 

MARCIAL SÁNCHEZ DE EGEA

(MARCIAL)

 

Pertenece a la primera generación de jugadores peninsulares que llegaron a nuestro club con la finalidad de reforzar la plantilla después del segundo ascenso a la División de Honor. No obstante, en las filas  de su conjunto natal, había formado como rival de la UD Las Palmas en los años fundacionales. Ha sido junto a Ricardito y Pepín de los jugadores peninsulares más queridos por la afición canaria, dejando una estela de ejemplar comportamiento y entrega que ha perdurado de forma indeleble con el transcurso del tiempo.

Su estampa elegante y atlética en la cancha hacían de él un punto de referencia sobre sus adversarios.

De zurda prodigiosa, sus asistencias a los extremos o diagonales cruzando la superficie del campo eran de una exactitud milimétrica. Fue de esa estirpe de jugadores que defendió gallardamente los colores amarillos de nuestra UD Las Palmas anteponiendo su probado amor al club a su estabilidad y lucro personal.

De naturaleza afable y alegre, nació con unas claras inclinaciones artísticas que iría desarrollando con el transcurso de los años en diversas facetas culturales como la pintura y la poesía, donde su obra ha sido justamente premiada y reconocida.

¿Cómo transcurrió su infancia en su pueblo natal?

- Nací en un pueblecito de Murcia llamado Calasparra, famoso por su arroz, "El arroz de Calasparra". Mi nacimiento en este lugar fue accidental ya que mi padre era administrador de correos y lo habían destinado a esta localidad, estableciéndonos al año siguiente en la capital murciana de donde son naturales todos mis hermanos.

Desde muy corta edad comencé a sentir verdadera pasión por el fútbol jugando con los niños del barrio. Recuerdo que tenía mucha habilidad para confeccionar las pelotas de trapo. Eran una obra de artesanía que me tomaba cierto tiempo y estaban adornadas de distintos colores y con una forma muy redonda. Sin embargo, mi primera pelota fue cuadrada y te daba una destreza extraordinaria.

Con apenas 6 años estalló la contienda civil y se pasaban muchas penurias. Afortunadamente yo puedo considerarme un privilegiado ya que mi padre hacía servicio ambulante en el vagón de correos y gracias a ello podíamos sobrellevar mejor aquella grave situación.

MARCIALICO, ¿TE ACUERDAS CUANDO TE RETRATASTE CON EL PERRICO?

D. José Sánchez Pastor, administrador de correos y padre de Marcial, por quien el jugador sentía especial devoción, al contemplar esta foto al cabo de los años le diría a su hijo: "Marcialico, ¿Te acuerdas cuando te retrataste con el perrico?

 

Una vez concluida la guerra tanto Murcia como otras localidades limítrofes quedarían muy deterioradas y con escasos recursos económicos. No obstante, los niños de la época disfrutábamos de nuestros juegos y salvando algunos hechos puntuales puedo agradecer el haber tenido una infancia feliz.

¿Cuándo encaminó Vd. sus pasos hacia el mundo del balompié?

- Comencé a decantarme por el fútbol en el Frente de Juventudes. A pesar de mi vena pictórica y polifacética era un estudiante deficiente. Me costaba someterme a disciplinas a ultranza u horarios estrictos ya que siempre he sido una persona eminentemente anárquica y autodidacta.

Marcial a la edad de cuatro años en una plaza cercana a su domicilio murciano conocida como "Jardín de Santa Isabel".

Desde muy pequeño se me notaba una natural habilidad con el balón. Yo jugaba con los niños del pueblo y muy a menudo teníamos confrontaciones con los equipos de los lugares colindantes. Por mi complexión atlética para un niño de corta edad, me hicieron capitán y muy pronto comencé a destacar a nivel local.

Posteriormente ficharía en un equipo de mi barrio llamado "El Gloria" en edad infantil. La prima de fichaje consistió en dos corbatas usadas que yo lucía con mucho orgullo.

Al cumplir catorce años pasé a formar parte de "Los Bolos", que eran selecciones que se hacían en la capital para jugar en pueblos de la provincia como Mulas, Bullas, Cehejin,Lorca, etc…

A trancas y barrancas pude terminar el bachillerato para satisfacción de mis padres, pero yo había decidido decantarme por el mundo del fútbol y hacer de este deporte mi profesión.

Mi primer equipo federado fue el Orihuela. Transcurría el año 1949 y yo contaba con 18 años. Este equipo militaba en 3ª División Nacional y representaba un gran salto para mi ya que en aquellos tiempos no existían categorías juveniles y era una diferencia notable.

Por estas mismas fechas ingresé en el servicio militar, enrolándome en la Academia General del Aire de San Javier. A pesar de solicitar el debido permiso mis superiores no me permitían abandonar mis obligaciones para acudir a los entrenamientos. Esta circunstancia propició el descontento del presidente del Orihuela, quien me envió una carta advirtiéndome que de continuar en la misma línea me declararía en rebeldía. Yo tenía estipulada en mi contrato una ficha de 2.000 pesetas, y al no poder satisfacer su petición me vi obligado a rescindir el contrato cobrando la mitad del dinero pactado.

Al año siguiente me fichó el Imperial de Murcia, un equipo de mucha solera y muy querido en toda la región murciana.

Cuando en el año 1950 los equipos canarios fueron autorizados a jugar en la competición nacional se formó una liguilla de ascenso a Segunda División, participando el Imperial de Murcia, UD Las Palmas, CD Tenerife, Toledo, Melilla y Ceuta. Aunque a mi me hacía una enorme ilusión trasladarme a Gran Canaria para jugar contra el equipo amarillo recuerdo que no pude desplazarme por obligaciones militares.

Mi demarcación en el Imperial era la de medio izquierdo y el sueño de todos los jugadores que integrábamos el filial era poder algún día llegar a formar parte del cuadro pimentonero. En mi segundo año el entrenador decidió cambiarme a una posición más retrasada formando en la tripleta defensiva como lateral izquierdo, demarcación donde permanecería durante toda mi vida deportiva.

Posteriormente fichó Vd. en el Real Murcia convirtiéndose en uno de los defensas más codiciados del momento y alcanzando la internacionalidad…

-  Como murciano defender  los colores de mi tierra representaba una enorme alegría. Jugar en el Real Murcia significaba un gran avance en mi proyección deportiva y en el factor económico había diferencias sustanciales. Aunque en aquella época el club integraba la División de Plata del fútbol nacional, el Real Murcia era considerado un equipo de primera por su historia y su solera.

Teníamos un equipo aceptable con algunas individualidades muy buenas y nuestro objetivo irrenunciable era conseguir el ascenso a la División de Honor. Sin embargo, hay que considerar que en aquellos años los equipos que integraban la Primera División eran conjuntos de gran prestigio.

Equipo del Imperial de Murcia donde formó Marcial antes de producirse su traspaso al cuadro pimentonero. De izquierda a derecha, de pié: Aullón, Guzmán, Pedrito, Marcial, Riquelme, Delgado y portero suplente. De rodillas: Utillero, Juanito, Nene, Palazón, Rodríguez y Ciscar.

En referencia a mi experiencia como integrante de la Selección Nacional siempre he sentido una dualidad de emociones y sentimientos. Por una parte, tuve la inmensa suerte de ser elegido, circunstancia que no siempre se produce, a pesar de la enorme valía y merecimientos de muchos jugadores. Además habría que significar que tuve la fortuna de ser el primer jugador de Segunda División seleccionado. Formé con la elástica roja de España en el equipo B siendo seleccionador el legendario Escartín. Fue en un partido jugado contra una Selección catalana-Aragonesa en el desaparecido campo del Torrero en Zaragoza. Por otra parte, me produjo una enorme decepción no poder jugar en Valencia contra Luxemburgo. Yo había destacado en mi primer partido con la selección y figuraba en los entrenamientos en el equipo titular haciéndome una gran ilusión jugar en Mestalla. Sin embargo, a última hora, el seleccionador cambió de planes y se inclinó por la veteranía del azulgrana Segarra, que ocupaba mi demarcación, viéndome obligado a presenciar el partido desde el banquillo.

Marcial vistiendo la camiseta del R. Murcia en el Estadio de La Condomina.

 

Son circunstancias adversas que también son muy frecuentes en el fútbol y te sirven para madurar y aprender.

 

¿Cómo se produjo su pase al equipo amarillo?

- Como le he manifestado yo quería abrirme un porvenir en el mundo del fútbol y aunque al principio no contaba con la aprobación de mis padres, luego fueron mis más fieles valedores.

La segunda temporada en el Murcia había sido muy buena y mi nombre comenzaba a sonar a nivel nacional. El club pimentonero tenía serias dificultades económicas y su presidente D. Manuel Guillén Cerezo me comentó la posibilidad de traspasarme para paliar las deudas que había contraído la entidad. Las primeras negociaciones fueron con el Real Madrid y con tal motivo me trasladé a la capital de España. Sin embargo, la operación no llegó a concretarse dado que mi club me había tasado en dos millones de pesetas, que en aquella época resultaba una cantidad desorbitante.

El jugador Marcial Sánchez de Egea (Marcial) posa para la cámara de Hernández Gil a su llegada al aeropuerto de Gando.

Cuando recibí la oferta de la UD Las Palmas aún me quedaba un año de contrato, pero la situación económica del club había ido paulatinamente empeorando y mi traspaso representaba ya una necesidad imperiosa. Los aficionados murcianos me tenían una gran estima y se oponían rotundamente a mi marcha, manifestándose en contra en los medios de difusión de la región.

Con el objeto de evitar cualquier percance, el propio presidente Sr. Guillén me llevó hasta Madrid y luego tomar el avión con dirección a Gran Canaria.

El objetivo era no ser visto por la prensa y aficionados ya que el club amarillo había pagado por mis servicios 375.000 pesetas y éstas eran cantidades muy inferiores a las exigidas previamente al cuadro merengue.

¿Le entristeció mucho dejar a su familia y ambiente para venir a un lugar tan recóndito en aquella época?

-  Yo conocía las Islas Canarias ya que había jugado en dos ocasiones con el Real Murcia en el Estadio Insular e incluso habíamos eliminado al equipo canario de la Copa del Generalísimo. Me parecía un lugar muy tranquilo y atrayente para vivir y en la parte económica mejoraba ostensiblemente. Por otro lado había que considerar la gran ilusión que para mi representaba jugar en primera. Tenía ya 25 años y debía aprovechar la oportunidad que se me brindaba.

Después de ser anunciada su llegada no terminaba Vd. de recalar en Gran Canaria, despertándose todo tipo de rumores.

-  el Sr. López Romero, primer representante de la UD Las Palmas en Madrid, se puso en contacto con el Murcia para gestionar mi fichaje. Mi presencia en la isla se demoró en exceso debido a que existían pequeñas diferencias entre ambos clubes. Por otro lado, los vuelos en aquellos años no se hacían con la frecuencia y regularidad de hoy.

El 4 de agosto de 1954 arribé al aeropuerto de Gando originando mi llegada una gran expectación. Los directivos D. Domingo Salas y D. José Fabelo Ruano fueron los encargados de darme la bienvenida y presentarme a los diferentes medios de comunicación allí presentes.

¿Cuál fue la primera noticia que Vd. tuvo referente al interés de la UD Las Palmas por contratar sus servicios?

-  La primera información al respecto vino mediante una carta del Capitán de Aviación D. Agapito Vaquero, el cual había conocido en Alcantarilla en mi época militar y me unía una buena amistad. Recuerdo que me animaba constantemente a venir a Gran Canaria y a mí no me desagradaba la idea. Después vinieron las gestiones de club a club y aunque en dos ocasiones vi muy difícil el traspaso por la oposición de los aficionados y la del Alcalde de Murcia D. Ángel Fernández, muy identificado con el club pimentonero, al final terminaron comprendiendo mis razonamientos.

El RCD Murcia transfiere los derechos del jugador Marcial a la UD Las Palmas.

 

¿Cómo analizaría Vd. su primera etapa en el club amarillo?

- Para cualquier jugador peninsular venir a la isla de Gran Canaria en aquellos años significaba algo muy duro y no todos terminaban adaptándose. Por un lado representaba dejar a tus padres y hermanos y todo un ambiente muy diferente donde te habías educado y crecido. En la actualidad hay otros medios de comunicación y las distancias son más cortas.

Por otra parte, tardas en acostumbrarte a vivir solo y todo ello requería un tiempo de adaptación. Sin embargo, por mi carácter alegre y extrovertido puede superar algunos baches anímicos mejor que mis compañeros.

Mi primera vivienda fue un hotel llamado "Los Ángeles" del cual guardo gratísimos recuerdos. Compartía estancia con Nacio y el jugador de color Gutiérrez.

Era un hotel entrañable y familiar donde todos se esmeraban por hacer nuestra estancia lo más agradable posible. Allí permanecí hasta el cierre del mismo trasladándome a vivir a la casa de la suegra de Juanito Beltrán, Dª Adela Naun que regentaba una residencia con habitaciones para huéspedes. Recuerdo que el marido de Dª Adela trabajaba como encargado del ya mítico "Bar Polo" donde diariamente tenían lugar grandes debates de fútbol y se daban cita personas con mucho ingenio formando grandes tertulias literarias.

Edificio del Hotel Los Ángeles en la calle Menéndez Pidal, primer lugar de residencia del jugador Marcial en la isla, compartiendo estancia con Nacio y el jugador de color Gutiérrez.

La casa de Dª Adela estaba situada en la calle Leopoldo Matos muy cerca de la sede social y del Estadio Insular. Tenía como compañeros a Juanito Vázquez, Artabe, Mengó, Jaco y Verde, jugadores foráneos que se habían incorporado al club aquel mismo año tras el segundo ascenso a Primera División. Mi debut con el equipo amarillo fue en el Estadio Insular en un partido de pretemporada contra un combinado regional al que ganamos por el resultado de 6-2. El cuarteto defensivo lo formábamos aquella tarde Pepín, Verde, Beltrán y un servidor.

Cuarteto defensivo de la UD Las Palmas integrado por el guardameta Pepín y los defensas Verde, Beltrán y Marcial.

¿Cómo se definiría Vd. como jugador?

- Yo era un jugador que entraba fuerte al balón y no me arrugaba ante nadie. Prueba evidente de ello es que fue actuando como visitante donde realicé mis mejores actuaciones. Si bien no era un virtuoso del balón, no estaba exento de técnica y tenía mucha precisión en el pase desde todas las distancias. Como todo jugador tenía tardes muy afortunadas y días aciagos donde todo te sale mal. Sin embargo, haciendo un balance objetivo de mi trayectoria deportiva, creo que mi principal aportación al club fue la regularidad y mi total entrega en el terreno de juego.

Formación de la temporada 54/55. De izquierda a derecha, de pié: Pepín, Beneyto, Beltrán. Marcial, Naranjo, Torres y Castellano. De rodillas: Juanito Gil (masajista), Sanz, Vázquez, Gallardo, Ricardo y Macario.

¿Cuál fue su momento más importante en la UD Las Palmas?

- Mantenerse en la División de Honor en aquellos años era muy difícil. Había diferencias muy grandes en los equipos. Las fronteras estaban abiertas para los jugadores extranjeros y los clubes más poderosos tenían la ventaja de realizar grandes fichajes. Las plantillas de clubes como el Madrid, Barcelona o Atlético eran integradas en su mayoría por los mejores jugadores del mundo y nosotros teníamos que hacerles frente con jugadores provenientes de la cantera y algunas incorporaciones de equipos modestos. De todas formas, en el Estadio Insular era difícil ganarnos y algunos equipos como el Barcelona o Atlético caerían derrotados. Llegamos a formar y consolidar un gran equipo de base netamente canaria con jugadores como Beltrán, Beneyto, Torres, Naranjo, Peña, Macario, etc… Con el paso del tiempo, debido a la edad y las lesiones estos jugadores fueron sustituidos por nuevas incorporaciones y el equipo se debilitó en exceso bajando de nuevo a Segunda División en la temporada 1959/60.

Licencia Federativa del jugador de la UD Las Palmas Marcial Sánchez de Egea (Marcial).

 

 

Formación de la UD Las Palmas ante el Valencia en la temporada 1955/56.

De pié, de izquierda a derecha: Pepín, Jaco, Beltrán, Marcial, Naranjo, Torres y Castellano. De rodillas: Juanito Gil (masajista), Atienza, Vázquez, Ricardo, Peña y Macario.

 

En su trayectoria profesional tendría muchos entrenadores…

- Cuando llegué a la UD Las Palmas en el año 1954 el equipo era dirigido por Satur Grech que había llevado al club a la División de Honor el año anterior. Desde un primer momento me mostró su confianza otorgándome la titularidad. Era  un entrenador muy metódico y disciplinado que planteaba muy bien los partidos aunque en el trato personal con el jugador era un poco distante y reservado.

 

Satur Grech.

D. Jesús Navarro, Urbieta, Baltazar Albéniz y Molowny me parecían también excelentes técnicos de personalidades diferentes, muy acusadas. Sin embargo, el mejor recuerdo lo tengo de Marcel Domingo, aunque fuera el técnico que comenzó ostentando el cargo el año que descendimos siendo sustituido por Luis Molowny.

Marcel Domingo había sido un fenomenal portero en el Atlético de Madrid y sabía cómo tratar al jugador. Me valoraba muchísimo como persona y me nombró capitán del equipo. En aquellos primeros años suyos como técnico tenía un carácter tranquilo y bonachón, que luego con los años cambiaría radicalmente, volviéndose agrio, huraño y dominante.

Marcel Domingo.

¿Cuáles son las cualidades que estimas primordiales en un defensa central?

- Rapidez de reflejos adelantándose a la jugada y procurar salir con el balón controlado. Se trata simplemente de destruir y anular el juego del contrario y construir el propio. Otra cualidad importante en un defensa es tener buena medida en el pase, tanto en la corta como en la larga distancia y anticipación en el marcaje y juego aéreo.

¿Defensas que más admiraste?

- Segarra del Barcelona y Parra del Español por su clase y colocación. También me gustaba mucho el juego de Tony del Oviedo.

¿Jugador más completo?

- En mi época había grandes jugadores y excelentes individualidades y cada uno tenía sus virtudes y defectos. El jugador más completo que he visto es Alfredo Di Stéfano porque era un dechado de cualidades físicas y técnicas.

A nivel local me encantaba el juego de Rafael Batista (Felo) ya que tenía una gran técnica y descomunal fuerza física, dos cualidades muy difíciles de combinar en un jugador.

¿Cuál fue tu mejor y peor partido?

- Como le he manifestado anteriormente mis mejores partidos los realizaba fuera de mi propio feudo ya que jugaba con menos responsabilidad. Es evidente que los encuentros que más se te quedan en la retina son los triunfos sobre los grandes equipos o aquellos en los que te juegas algo importante como una promoción o ascenso. Son partidos de una trascendencia enorme jugados en unas condiciones dramáticas donde debes templar mucho los nervios y donde sale a relucir la casta del verdadero futbolista.

 

Marcial.

Los malos recuerdos tratas de olvidarlos pronto en el fútbol aunque mi última temporada me dejó un amargo sabor al descender de categoría.

Otro recuerdo aciago para mí fue aquel famoso encuentro contra el Atlético de Bilbao, que ha sido denominado como "el partido de las langostas" ¡Aquello era impresionante!

El choque debió ser suspendido ya que la multitud de langostas era tan grande que provocaban la oscuridad de la noche. En las postrimerías del encuentro el césped se cubrió de langostas como si fuera una alfombra en un día de Corpus: unas volaban y otras se posaban en los postes y redes de la portería impidiendo la visión. Esta plaga había venido de África en grandes proporciones perjudicando enormemente la cosecha y cultivos de las islas.

Íbamos ganando el partido y en un avance de la delantera bilbaína, cuando me disponía a despejar el balón resultó ser una bola de langostas con forma de esférico, recogiendo el verdadero balón Arteche para introducirlo en la red.

Yo me quedé aturdido y perplejo sin saber lo que hacer mientras el extremo bilbaíno corría a celebrar el gol.

Fue un partido que jamás olvidaré. Desde aquella fecha los aficionados comenzarían a recordarlo como "el partido de las langostas", con lecturas para todos los gustos que van de la realidad a la ficción.

Equipo amarillo en el partido de "Las Langostas".

Alineación que presentó la UD Las Palmas frente al Atlético de Bilbao. De pié: Pepín, Juanono, Marcial, Beltrán, Torres, Naranjo y Castellano (portero suplente). De rodillas: Sanz, Vázquez, Gallardo, Ricardo y Macario.

 

El partido de "Las Langostas" con el Atlético de Bilbao.

En octubre del año 1954, nuestra ciudad se ve inundada por una plaga de langostas provenientes de África. Los rectores de nuestro club, ante las dificultades de visión para el correcto desarrollo del partido, consideran aplazar el encuentro, pero ante la negativa de La Nacional y del equipo rojiblanco, finalmente éste se lleva a efecto, empatando ambos equipos a tres tantos. En la imagen, la formación del conjunto vasco, De izquierda a derecha, de pié: Areta, Carmelo, Orúe, Arteche, Arieta I, Bilbao y Lezama (portero suplente). De rodillas: Mauri, Manolín, Canito, Maguregui y Gaínza.

 

El guardameta vasco; Carmelo, se dispone a sacar de portería.

 

La plaga azota el Insular.

En la imagen se aprecia la plaga de langostas sobre el césped del Estadio Insular durante la celebración del encuentro entre la UD Las Palmas y el Atlético de Bilbao.

 

También estuvo en los palos.

En esta foto de Martínez, recogida en el Diario de Las Palmas, se observa cómo una langosta se posa en el larguero de una de las porterías, con la que se da fe de que también la langosta estuvo "entre los palos".

 

¿Cómo eran sus relaciones con la directiva?

- Muy buenas. Guardo un grato recuerdo de D. Jesús Rodríguez Doreste. A pesar de ostentar el cargo de Secretario General de la entidad era una persona muy sencilla y respetuosa. Sus consejos fueron para mí muy útiles y siempre le estaré agradecido.

¿Tuvo Vd. lesiones importantes?

- Yo había venido lesionado de Murcia y los médicos no lo sabían. En aquellos años se puso de moda la lucha americana en toda la geografía española. En La Condomina solíamos dar la vuelta al campo y luego realizar diferentes ejercicios. El jugador Bardaji solía cogerme por el brazo y yo daba una voltereta completa imitando a los luchadores. Aunque el número lo teníamos bastante ensayado, un día calculé mal la caída y me di en el coxis sintiendo un dolor muy intenso. Los médicos no me descubrían nada a pesar de mis quejas y cuando llegué a la isla los dolores no me remitían.

Más tarde se pudo averiguar que tenía la vértebra fracturada y me tuve que operar de mayor. Conocida esta realidad después de haberme retirado del fútbol siempre me ha quedado la interrogante de lo que pude haber sido o dónde podría haber llegado de haber jugado en plenitud de condiciones.

También recuerdo en mi primera temporada en el club una lesión tonta que me apartó del equipo y me supuso una gran contrariedad. Sólo llevaba cuatro meses en la isla y me había ganado la titularidad. Se disputaba un partido frente al Deportivo de La Coruña y en un avance de Corcuera, al intentar interceptar su internada, tropecé con Juanito Beltrán que cayó sobre mi pierna junto a la pista de arena que rodeaba la cancha. Tuve rotura de fibras, viéndome obligado a permanecer escayolado y posteriormente sufrir el arduo periodo de rehabilitación.

En un partido contra el Barcelona que ha adquirido gran relevancia por la lesión de nuestro capitán Juanito Beltrán en una confrontación con Kubala, se lesiona Vd. igualmente, quedando el equipo muy mermado, perdiendo el equipo amarillo por la mínima diferencia.

Formación de la UD Las Palmas frente al CF Barcelona el día de la grave lesión de Juanito Beltrán.

De izquierda a derecha, de pié: Pepín, Beneyto, Beltrán, Marcial, Naranjo, Torres y Castellano (portero suplente). De rodillas: Macario, Ricardo, Atienza, Alberto y Moreno.

 

- Todos los aficionados me recuerdan ese partido constantemente y parece haberse convertido junto al partido de las langostas o la expulsión de Di Stéfano y Beneyto en clásicos del fútbol canario. Transcurría la temporada 1955/56 y ambos equipos habíamos compartido el liderazgo de la clasificación. El Estadio Insular registró un lleno apoteósico con un gran ambiente a nuestro favor. Sin embargo, la suerte aquella tarde no estaría de nuestra parte y terminamos sucumbiendo ante el Barcelona mediante un gol de Sampedro a última hora. De no haber sido por el accidente sufrido por nuestro capitán pudimos haber vencido al club azulgrana como en otras ocasiones.

 

En un alarde de temple y reflejos, el defensa Marcial deja salir un balón ante los gestos de honda preocupación de sus compañeros Pepín, Beltrán Beneyto y Naranjo, que siguen atentamente la jugada.

La lesión mía fue una distensión muscular y no tuvo mayor importancia pero la de Beltrán fue una lesión gravísima para la época, alejándolo de los terrenos de juego durante dos años. Gracias a su enorme voluntad y pundonor se recuperaría parcialmente y volvería a jugar aunque su rendimiento por la larga inactividad y la gravedad del caso ya no volvería a ser el mismo.

Marcial con su antiguo compañero de equipo Mengó en los preliminares de un encuentro frente al Real Murcia.

¿Recuerda con agrado las concentraciones de nuestro equipo?

- La mayoría de los jugadores no son muy partidarios de ellas y les afecta en su estado anímico. En mi caso particular era todo lo contrario. Me adaptaba perfectamente y trataba de ocupar mi tiempo de la mejor manera posible. Yo había sido un buen jugador de billar en edad juvenil y era mi distracción favorita. También solía leer y pintar plumilla o acuarela ya que en aquellos años el Monte Lentiscal tenía unos paisajes maravillosos. En la Residencia Feluco Bello de Tafira pinté un cuadro del Barranco de La Calzada, que se podía divisar desde la parte trasera de la residencia.

Paisaje del Monte Lentiscal cercano al Hotel Santa Brígida.

Recuerdo que íbamos a pasear por los alrededores y despertábamos la curiosidad de la gente. Teníamos un gran compañerismo y siempre estábamos gastándonos bromas. Compartí habitación con muchos compañeros pero con Beneyto me sucedió algo curioso. En aquella época se acostumbraba a vestir trajes de chaqueta y corbata y yo siempre trataba de ir muy elegante. El defensa Beneyto tenía un carácter muy especial y había venido jugando en la demarcación de lateral izquierdo antes de mi llegada. Al llegar yo y ocupar su lugar en el campo me recibió con no muchas simpatías haciendo mofa de mi forma de vestir delante de los demás compañeros. Aunque me molestaba aquella situación yo me propuse ganar su amistad con humildad y comprensión. Al cabo del tiempo lo pasaron a defensa derecho formando aquella tripleta defensiva compuesta por Beneyto, Beltrán y Marcial que tantos aficionados recuerdan. Llegó a ser el compañero mío de habitación y éramos inseparables.

Beneyto.

Por otra parte, el Hotel Santa Brígida me evoca grandes recuerdos no sólo desde el punto de vista futbolístico. En las concentraciones la familia de mi mujer solía pasar largas temporadas en el hotel con otras amistades. Yo la veía pasear por el jardín y allí nos conocimos y nos enamoramos. Las dependencias eran muy diferentes a las de ahora. Aquel hotel tenía un estilo tradicional inglés que resultaba entrañable.

Hotel Santa Brígida.

Al despertarme lo primero que hacía era abrir las ventanas para contemplar aquellos lindos parajes. Era una inmensa llanura llena de viñedos con aquellos prados verdes que te infundían una gran paz y tranquilidad y te hacían respirar una especial fragancia de árboles y flores. En la actualidad el bien llamado progreso y la especulación han terminado haciendo desparecer su original belleza.

 

 

Nuestro bravo defensa izquierdo Marcial tratando de interceptar un centro del interior bilbaíno Arteche en el Estadio de San Mamés. Al fondo el delantero bilbaíno Arieta y Juanito Beltrán corren hacia el área canaria.

 

El guardameta Castellanos detiene un fuerte disparo de Gento en el Estadio Bernabéu. Al fondo el defensa Marcial intenta obstaculizar la subida de Di Stéfano.

 

Dado su carácter bromista se cuentan anécdotas muy curiosas con jugadores y árbitros…

- Bueno… con los árbitros siempre me llevé bien aunque en ocasiones teníamos nuestros tiras y aflojas. En una ocasión jugando en el campo de Mestalla contra el Valencia le hice una dura entrada al interior valencianista Fuertes, que cayó de forma aparatosa al césped, dramatizando excesivamente el golpe. Yo, para disimular me arrojé a su lado y empecé a quejarme, haciendo ver que había sido un encontronazo.. Entonces el árbitro Sr. Sanz llegó corriendo profiriendo toda clase de insultos y después de cogerme del brazo airadamente intentando levantarme me espetó: "¡Levántese del suelo, criminal de guerra, lo voy a echar a patadas y a empujones del campo!"

Con el jugador de la Real Sociedad Zubillaga también fui expulsado una vez y resultó una anécdota simpática.

Zubillaga.

 

Grada Curva del Estadio Insular.

El extremo donostiarra en un forcejeo y de forma totalmente involuntaria me agarró por la entrepierna produciéndome un inmenso dolor. Cuando me soltó le dí una fuerte patada y el árbitro de la contienda nos expulsó a los dos. El jugador blanquiazul salió del terreno de juego llorando ante las protestas del público. Al año siguiente de ocurrir este incidente, Zubillaga fichó por la UD Las Palmas y ya se podrá Vd. imaginar las bromas que le gastábamos todos los compañeros cuando le recordábamos aquel lance. y le decíamos en tono jocoso ¡Qué te gusta a ti coger las entrepiernas! Él era un excelente compañero y aunque reconozco que en ocasiones nos excedíamos con "la broma"  siempre las aceptaba de buen grado ya que sabía que no llevaban mala intención y era para reírnos un rato.

Formación que presentó la UD Las Palmas ante el Zaragoza en la temporada 1958/59, con victoria del once canario ante el maño por tres a uno. De pié: Pepín, Pantaleón, Beltrán, Campa, Torres y Betancor (portero suplente). De rodillas: Felo, Padrón, De Mola, Marcial, Parodi y Macario.

 

Otra faceta muy comentada de su personalidad eran los poemas que recitaba de memoria…

- No eran realmente poemas sino trabalenguas que nos inventábamos para matar el tiempo. Mediados los años cincuenta el Cabildo estaba encargado del mantenimiento del Estadio Insular y todo el personal era contratado por dicha corporación. Entre los trabajadores del personal de limpieza había uno al que apodaban "Campanini". Éste era un personaje muy singular y muy querido por todos nosotros ya que era un poco retrasado y le daban ataques de epilepsia. Se paseaba con la escoba gesticulando y cantando. Nosotros le gastábamos muchas bromas y para oírlo le decíamos que nos recitara una canción que se había inventado. Esta canción en forma de poema se hizo tan popular entre la plantilla que la aprendimos de memoria y siempre la estábamos cantando en todos lados. Su letra era de la forma siguiente:

Por allá a lo lejos viene un barco, licor

Con cuatro palos, licor.

La chimineda, licor

Se la quitaron licor.

¡ay chiviris tas teis!

Comismilis comismilis, coi

van Pérez trompi yú? Yés

yes Pitinglés, yes jamón

Campanini Campanazo

Carabina escopetazo

Agua, fuente, corre y bebe

Ay ay ayayai, ay ay ayayai

Ayayayaya, yayai.

 

El defensa amarillo Marcial en su pose habitual en el Estadio Metropolitano.

 

También con Macario, tenía una contraseña muy divertida recitándole un verso que él me contestaba:

¿Cómo estás si quieres?

Como tú si puedes.

¿Y tú?

Como tú

Ponme el gorro

Pónmelo tú

Juanalajai,

El crimen de Paco.

¡Arriba España, Jareño!

Bueno, y no hay más,

Bueno, adiós,

En la espera te esquino

Luego te veré Domínguez

¡al verris!

 

 

En el banquete nupcial sus compañeros de equipo Peña, Alfonso Silva y Ricardo Costa y el redactor deportivo D. Antonio Lemus Del Moral, celebran un brindis con los recién casados.

 

Retirado del fútbol comienza a trabajar con su suegro Antonio Armas hasta fundar su propia empresa denominada "Suministros Entre Port" dedicada a la venta de mercancías en exclusiva. En la actualidad, ya jubilado laboralmente, ha vuelto a retomar su verdadera vocación de pintor siendo la acuarela y la plumilla sus especialidades más relevantes. Ha realizado exposiciones en Madrid, Barcelona, Murcia, Tenerife, Gran Canaria, etc… que han tenido una excelente acogida de público y crítica.

¿Cómo vive el fútbol en la actualidad?

- Cuando me retiré del fútbol me mentalicé para adaptarme a una nueva vida sin traumas ni lamentaciones. Fue una etapa de mi vida maravillosa que pasó y no es bueno vivir siempre de recuerdos.

Fui presidente de los clubes filiales de la UD las Palmas, estando dos años al frente de dicha organización, pero me vi obligado a dejarlo por falta de vocación. Para mí representaba un sacrificio enorme estar todos los fines de semana viendo jugar a los filiales y consideré conveniente que una persona con mayor ilusión me sustituyera en mi labor.

Formo parte de la Asociación de Veteranos del club amarillo y en ocasiones acudo al estadio para ver a nuestro equipo. No encuentro emoción en el fútbol que se practica hoy en día y me aburro muchísimo en los partidos. No obstante, desde que llegué a esta isla no he dejado de recibir muestras de cariño y afecto y con tantos años por estos lares me considero un canario de adopción. Llevo los colores amarillos muy adentro. No en vano han formado parte de mi vida.

Boda de Marcial Sánchez de Egea y la señorita Gloria Armas Fernández.

Después de la ceremonia nupcial en la Parroquia de San Pablo del Puerto de La Luz, los contrayentes y un gran número de invitados se reunirían para su celebración en los amplios salones del Pueblo Canario. En la instantánea, Marcial con su joven y bella esposa momentos antes de comenzar el acto.

 

Documento de cancelación del contrato del jugador Marcial Sánchez de Egea obrando en representación del club D. Juan Trujillo Febles.

 

 

 

A MODO DE PRÓLOGO

 

Antonio de Armas

 

Poder participar de alguna forma en el prólogo de un libro es algo que te llena de orgullo y satisfacción.

Esta introducción no se debe solamente a mi condición de Consejero o historiador oficial de la UD Las Palmas sino que responde a connotaciones diferentes:

Por un lado, mi evocadora idolatría hacia un símbolo afectivo de nuestro deporte que ya ha traspasado el umbral de la realidad cotidiana para pasar a formar parte de la mitología futbolística insular. Por otro, mis estrechos lazos de amistad con el autor que han ido en gradación ascendente a través del tiempo. La simple idea de acudir al editor le producía rubor y una serie de dudas existenciales y contradicciones y, es que el autor a pesar de responder al perfil de creador poliédrico y fronterizo, con un claro componente diferenciador, es igualmente persona de un alto sentido de la discreción, sin ninguna concesión a la banalidad, sintiéndose temeroso de pasar por un hombre veleidoso.

 

Portada y prólogo del libro de Marcial Sánchez de Egea "Relatos vestidos de amarillo".

No es un libro de fútbol en esencia ni de investigación histórica al uso. De ahí parte su magia y belleza. Se trata de la evocación sentimental en un viaje cronológico a las entrañas del pasado.

Marcial Sánchez de Egea nos describe con gran rigor formal –narrativa, prosa poética y poesía- retazos de una vida que aún le es cercana y familiar, en una búsqueda homérica de recuperar con añoranza un pasado de esplendor.

En el libro observamos dos núcleos principales:

Una primera parte donde el autor se retrotrae a su universo infantil de extracción rural en las calles empedradas de su Murcia natal: Recuerdos de mi niñez bajo un hilo conductor que le lleva a dibujar con gran sensibilidad y belleza la almazara de su madre, la vieja casa solariega de enrejadas ventanas y aquel floreciente patio que como una elegía de las cosas, parecían  adquirir vida propia. La naturaleza abrupta al desnudo y sus bucólicos paisajes son, al igual que en Delibes, su referente onírico y están magistralmente tratados por la elección de los campos semánticos. Rincones rústicos, aldeas, olivos, nidos aislados con predominio del sustantivo, ante la mirada atenta y protectora de la vieja almazara.

Paisaje de una huerta murciana.

 

El tiempo seguía su inevitable curso y el niño Marcial crecía arropado por una familia muy unida.

Muy pronto iría germinando en él su carácter polifacético, genial e independiente.

De su época murciana, aún en edad juvenil, tomando parte de los clásicos "bolos" hasta su ingreso como jugador en el Orihuela, Imperial de Murcia y Real Murcia, teniendo además el inmenso honor de ser el primer jugador español en vestir la elástica de la Selección Nacional, siendo integrante de un equipo de la 2ª División como era el Real Murcia en aquellos años.

El autor nos lleva de la mano retratándonos anécdotas y peripecias del mundo del balompié de la época y la caracterización de personajes que han sido esenciales en los recuerdos de su niñez y juventud.

De su Murcia natal nos deja retazos de una prosa poética ingeniosa y humorística en relatos como: Lobos bajan Sierra, Partido en Tetuán… donde con agudeza, ironía y fino humor nos deja la estela de su buen hacer literario.

Seremos testigos de su adiós a su añorada tierra murciana de donde partiría un día rumbo a las islas afortunadas una de las zurdas más prodigiosas y elegantes que hayamos podido contemplar por estos lares. De sus años como jugador de la UD Las Palmas donde dejaría una huella indeleble, recordamos aún aquel encuentro jugado contra el Atlético de Bilbao en el venerado Estadio Insular que ha sido denominado para la historia como el Partido de las Langostas y que Marcial, partícipe de uno de los goles del conjunto bilbaíno, nos borda en su relato con singular gracia y estilo.

Sus anécdotas y peripecias en su dilatada vinculación a la entidad amarilla son innumerables; Zubillaga y la entrepierna, Levántate criminal de guerra, De aquí no sale nadie, ¿Cómo estás si quieres?...

Sobre los poemas recitados no puedo ocultar un especial cariño por el denominado: Por allá a lo lejos va un barco licor.

En el ecuador de los años cincuenta, entre los trabajadores del personal del estadio había uno muy singular al que apodaban con el sobrenombre de "Campanini". Era un individuo disipado, tronado, que encarnaba la figura del anti-héroe. Para mayor agravio, sufría de ataques de epilepsia que le ocasionaban grandes convulsiones con obligados reclutamientos breves en el departamento de psiquiatría.

Mi padre –Dr. Valentín de Armas- médico colaborador del club en su etapa fundacional y especialista en neurocirugía, le había realizado varios electroencefalogramas, considerando conveniente hablar con Eufemiano Fuentes, a la sazón presidente de la entidad, con la finalidad de ofrecerle un trabajo en el recinto deportivo.

Dr. D. Valentín de Armas.

 

"Campanini", gran amante de culteranos ripios y esdrújulos trabalenguas, se paseaba por las gradas del estadio unido a su inseparable escoba.

En el fragor de su actuación recitaba y recitaba sin cesar gesticulando histriónicamente mientras subía y bajaba las gradas dando presurosos saltos ante el asombro de los allí presentes.

Los jugadores, ejercitándose en el verde césped, obviamente, le gastaban muchas bromas, instándole preferentemente a que recitara un poema que se había inventado y que Marcial, con sorna y singular gracia, a pesar de su gran dificultad, se había aprendido de memoria.

El autor de este libro por aquel entonces  comenzaría a recitar y cantar dichos estribillos con su inseparable compañero de equipo y veloz extremo Macario, formando un dueto que se haría muy popular en concentraciones y viajes.

Con el paso de los años y en ausencia de Macario, el polifacético defensa ha tenido a bien incluirme en el dúo estelar, elección que llevo a mucha honra y orgullo.

Macario.

 

Su letra, así como los otros relatos de su vida fueron recogidos hace varias décadas en los primeros volúmenes escritos por un servidor sobre la Historia de la UD Las Palmas; y ahora salen de nuevo a la luz con renovada frescura al ser recordadas por uno de sus protagonistas.

El Premio Nobel luso José Saramago nos diría que nunca terminamos de abandonar el niño que fuimos.

El autor entra en una etapa de plena madurez, reivindicando al decir de Rilke la infancia como patria del hombre.

En este segundo núcleo principal de libro el mundo de la semiótica o semiología se pone al servicio del lenguaje existencial y conceptual.

Su estilo es más agrio y sombrío y su adjetivación más oscura e indolente. Llegados a esta reflexión los lectores nos preguntamos si los signos del progreso han sido tan necesarios en la vida del hombre, hasta el punto de borrar nuestras señas de identidad. Un claro ejemplo de ello viene dado en Denominaciones futbolísticas, donde el autor se rebela ante tanto cambio etimológico y diferentes acepciones semánticas.

En la misma línea su Parodia del pelo en el pecho, Cuando al fútbol yo jugaba o el relato corto en prosa poética Mi sombra todos con predominio de tiempos verbales pasados escritos con cuidadoso trato y belleza.

Otra aportación de este libro son sus imágenes gráficas, muchas de ellas inéditas que nos evocan y acercan a un contexto social de la por aquel entonces apacible ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.

Para finalizar es de obligada referencia significar la perenne deuda de gratitud que la sociedad canaria tiene contraída con este murciano de nacimiento y canario de adopción –Marcial Sánchez de Egea- a quien por su ejemplar y generosa contribución en la sociedad grancanaria y milagrosa tenacidad para recopilar estos hermosos relatos, felicitamos fervientemente en la seguridad que tendrán un lugar especial en todos los hogares isleños.

El Presidente de la Casa Regional de Murcia, Marcial Sánchez de Egea, entregando un presente al historiador oficial de la UD Las Palmas, Antonio de Armas tras la conferencia denominada  "UD Las Palmas: una identificación emocional".

El ex jugador de la UD Las Palmas y Presidente del Real Club Tenis de Gran Canaria, Marcial Sánchez de Egea, durante la presentación de su libro. Le acompaña en la mesa como presentador del acto el historiador Antonio de Armas.

Aspecto que ofrecía el salón de actos del RC Náutico de Gran Canaria durante la presentación del libro de Marcial Sánchez de Egea "Relatos vestidos de amarillo".

 

ÉPOCA MURCIANA

MI PRIMER RECUERDO FUTBOLÍSTICO

 

Mi primer recuerdo relacionado con el fútbol fue en la temporada 1939/40 cuando el Real Murcia ascendió a Primera División al ganar en Cádiz un partido de promoción por el tanteo 0-2.

Cuando los jugadores regresaron a Murcia para celebrarlo, hicieron un largo recorrido por la ciudad montados en una camioneta, con el consiguiente jolgorio de la afición.

Con los jugadores iba un personaje famoso, vestido de típico huertano, y que era un vate muy apreciado, pues hacía poesías (soflamas en el dialecto murciano), léxico denominado "Panocho".

Durante las sucesivas paradas de la camioneta, él recitaba una soflama, que yo, con nueve años, y a base de seguir al equipo, y de oírle, se me quedó grabada y aún retengo en mi memoria. He de decir que he venido acordándome de esta historia sin haberla escrito nunca jamás.

En la instantánea la imagen de un campesino en una huerta murciana.

No recuerdo su principio pero continuaba así:

Yo me arrimé a la parvá

que chillaba con más juerza

 y fui y les dije: muchachos,

¿habéis perdío la chaveta?

¿es que ha pasao anguna cosa?

¿qué quie icir esa juerga?

Pero vd. no sabe ná de lo del Cádiz ¡puñetas!

Es que el equipo del Murcia ha jubao con tanta fuerza,

Que les ha zambullío dos goles

Pero desos que hacen época,

Y los del Cádiz quearon

Hechos unos moscaretas,

Aturullaos, sin resuello,

Y atontaos como una yueca.

Es icir, que siendo el campo de aquellos,

¿me cachi en brevas!

No zambulleron denguno

Con toa su fama y su esa…

Ná que en el primer zumbío

Fue una patá tan certera

La que el Bravo les soltó

Que perdieron la caeza

Y p´arrematar el triunfo

Dijo el Guillermo: ahí va esa

Pa que sepan que en el Murcia

Los balones no flojean.

Ahí fue la repanocha

Cuando arremató la fiesta.

¿Qué chavales tiene el Murcia,

Asín dá gusto, ¡relecha!

 

PARTIDO EN LA LÍNEA DE LA CONCEPCIÓN

A principio de los años cincuenta nos tocó al Real Murcia ir a jugar a La Línea un partido de liga.

El encuentro se desarrolló normalmente hasta la segunda parte, en que nosotros, al ir perdiendo por dos uno, en los últimos minutos íbamos presionando por alcanzar el empate.

Ahí no había recogepelotas y teníamos que recoger los balones cerca de la valla, lo que nos demoraba el tiempo tan valioso para nosotros.

Una de las veces un jugador nuestro fue a recoger la pelota que estaba en manos de un espectador, que la mantenía en su poder sin soltarla. Mi compañero le dio un empujón, con la mala fortuna de lesionar al aficionado. Allí se armó la marimorena; faltó poco para invadir el campo.

Por estar a punto de terminar el partido, el árbitro pitó el final del encuentro y nosotros nos retiramos corriendo a los vestuarios, en donde estuvimos dos horas sin salir, esperando que los aficionados se marcharan y pudiéramos acceder a la guagua, pero ésta estaba acorralada por la gente.

En un descuido pudimos salir corriendo hacia el hotel, siendo perseguidos por los espectadores. Al cruzar la Calle Mayor, en donde estaba el hotel, pasaba una procesión, ¡Menudo batiburrillo que se armó! Los de la procesión con aquello de "Dios te salve María", los que nos perseguían con los insultos lo más elevado posible, y  nosotros corriendo más velozmente que durante el partido.

Procesión en la Calle Mayor de La Línea de la Concepción.

Al fin entramos en el hotel, de donde no pudimos salir hasta la madrugada del día siguiente de regreso a Murcia.

 

¡DE AQUÍ NO SALE NADIE!

 

Rafael Batista Hernández (Felo).

 

Cuando en los años cincuenta

teníamos Puertos Francos,

lo que aquí valía cuarenta

allí subecientos largos.

Nosotros, los jugadores

Con pequeños contrabandos

Íbamos a La Península

con las maletas cargados

de encendedores, relojes,

plumas, casettes y radios;

bolígrafos, altavoces

y cartones de tabaco.

sobre todo los cartones

eran más solicitados.

Malamente se vendían,

pues clientes avispados

abusaban de nosotros

y nos daban cuatro cuartos.

Esto casi compensaba

de la pequeña soldada

que el equipo nos daba

(La penuria le embargaba).

Fue en Sevilla; Hotel Colón.

en la calle Canalejas

muy cerca de La Estación.

(Ahora ya no queda nada

por mor de la construcción).

Esperando que la guagua

nos llevara a Nervión,

el estadio del Sevilla

llamado así a la sazón.

(Ese equipo que ahora

reciente pentacampeón),

al que tocaba enfrentarnos

en Primera División.

Un jugador nos faltaba

de unirse a la expedición;

el hombre que no bajaba,

metido en su habitación.

Cuando fueron a buscarle

encontraron que salía.

Era Felo, esposado,

rodeado de policías.

Más tarde supimos todos

lo que realmente pasó:

dos personas, de paisano,

entraron en su habitación.

Ellos querían comprarle

whisky, tabaco y ron,

y todo lo que tuviera

en su enorme maletón.

Al ver que Felo ofrecía,

y ellos deseaban más,

reunió más mercancía

que ellos pudieran comprar.

Teniéndola ya reunida,

dispuesta la transacción,

resultaron no clientes

sino policías los dos.

Ellos se identificaron

intentándole arrestar,

más Felo, desconfiado,

raudo fue y dio un paso atrás.

"De aquí no sale nadie"

exclamó con bronca voz.

"Déjense de falsedades

que el que manda aquí soy yo".

"Policías de pacotilla;

no me engaña a mí ni Dios,

que ni policías ni nada,

dos carotas son los dos".

Pero al insistirle, cuento,

el buen Felo se calmó

y comprobó que era cierto.

¡Eran policías los dos!

Fue un chivatazo, resulta,

de alguien que le denunció

para sacar la multa

su sabrosa comisión.

Cuando al salir esposado

se oyó una escondida voz

¡Buena venta caballero, buena venta!

(El que lo dijo fui yo).

A comisaría fueron

 a prestar declaración

y aunque me importe un pimiento

saber lo que allí pasó,

se nos fastidió el contento,

ya que la fuerza mayor

perjudicaba al equipo

por la sencilla razón

de que en aquellos tiempos

los suplentes eran dos:

el portero de repuesto

y sólo otro jugador.

Como Felo era muy bueno,

fenómeno del balón,

era el alma del equipo

por su fútbol superior

Todos quedamos mohínos

sin que su contribución

ayudara a los canarios

en una formación mejor.

Llegando a los vestuarios

del estadio de Nervión

el suplente se equipaba

cuando Felo apareció.

Uno se desequipaba

el otro por fin se equipó,

y el conjunto ya equipado

formó un equipo mejor.

No se lo van a creer

Felo se desmelenó,

jugó un soberbio partido

igual que todos y yo.

Y ganamos al contrario

por tanteo de cuatro a dos.