“El fútbol es hacer pensar a los pies” (Javier Sádaba, filósofo español).
Recuerdo que con ocho o nueve años y en plena efervescencia futbolística, marcada por rebumbios, colecciones de cromos y partidos en el Insular, oí por primera vez, hablar de peloteros. Mi padre, un sencillo aficionado al fútbol, que por aquél entonces idolatraba más a toreros que a futbolistas, definió con inequívoca maestría a los que manejaban la pelota con arte y elegancia taurina. Admiraba a esos jugadores que, simplemente, someten el fútbol a la cabeza, apartando la teoría para aunar talento con descaro, entienden el juego, dominando espacio y tiempo, y se juntan para elogiar la pelota y divertirse. El resto, poco les preocupa.
Escribió, Alfredo Relaño, periodista deportivo, que el tiqui-taca nació en Las Palmas. Citaba como referencia al equipo subcampeón de liga en la temporada 1968-69, exponentes de una escuela canaria, admirada por su juego elegante, pachorrón y preciso, comandada por Germán y Guedes. Preciada herencia de antecesores eternos como Molowny, Silva y Mujica, convertida, con el paso del tiempo, en legado y seña de identidad de una generación sucesiva de futbolistas y aficionados aferrados a un mismo escudo.
Pasado y presente unidos para ser testigos de una victoria de redención, ante el Sporting en el Gran Canaria, celebrar 200 partidos de Jonathan Viera, aplaudir la inminente licencia profesional de Alberto Moleiro y compartir con Pedri el reinado de mejor jugador mundial joven. Elenco de peloteros que, hasta en las situaciones más complicadas, siguen creyendo en su atractiva idea de juego. Viven con pausa, sonríen, e imparten clases con aroma de maestro desenfadado. Así es como tiempo atrás, otro de ellos, en una de esas eternas reuniones de vestuario con insistencia en correr, pelear y poner todos los atributos posibles en el campo, comentara, con tranquilidad y gracia pelotera; “sí, pero… que nadie se olvide que hay que mover la gallinita”.
Por cierto, no busque este tipo de futbolistas solamente en nuestros equipos de categoría nacional. Vaya más allá y eche un vistazo a las ligas de aficionados, de veteranos o, incluso, en las pachangas de su propio barrio. Los distinguirá de inmediato porque todo su repertorio cabe en una palabra. Tanto es así que, no hace mucho, Guti, otro futbolista de renombre, apareció por Tamaraceite, para jugar la copa del Rey con el Almería, y descubrió a David González. En fin, ejemplos de peloteros amarillos de tiqui-taca. ¡Casi nada!
Paquito Ortiz (06/12/2021)