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Historia

José Casas Gris (Pepín)

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JOSÉ CASAS GRIS

(PEPÍN)

 

José Casas Gris (Pepín) ha sido posiblemente el guardameta más popular y carismático de toda la historia del club amarillo. Fue también el primer jugador procedente de la península que defendió los colores de nuestro equipo representativo, habiéndose integrado de tal modo en nuestras costumbres que hoy en día es considerado un canario más de adopción.

A pesar de su corta estatura y no estar dotado de una notable complexión atlética, suplía estas carencias con su sobresaliente elasticidad y agilidad bajo el marco teniendo en la seguridad en el blocaje su mejor virtud.

¿Cómo comenzó Pepín en el mundo del fútbol?

-  Nací en Valencia el 16 de noviembre de 1931 y mi infancia estuvo marcada por la Guerra Civil Española. Mis primeros contactos con el balón fueron en un equipo de un barrio llamado Sorolla. En edad infantil quedé huérfano de padre y siendo hijo único puse todas mis miras en hacerme un nombre en el mundo del fútbol. Muy pronto ingresé en el "Discóbolo", un equipo valenciano federado que pertenecía a la categoría de adheridos y de allí al Alcira de Primera Regional donde realicé dos buenas campañas, por lo cual, sin terminar la temporada, fui traspasado al Alicante, club integrado en la 3ª División Nacional que era por aquel entonces filial del Hércules.

Un jovencísimo Pepín defendiendo los colores del equipo de un barrio de Valencia llamado Sorolla.

 

Pepín con la expedición del Alicante antes de ingresar en la UD Las Palmas.

 

El entrenador del equipo alicantino y antiguo guardameta del Real Madrid, Bañón, jugaría un importante papel en la contratación de Pepín por el club isleño. En la imagen el tercero, de izquierda a derecha.

 

Una foto de archivo del Alicante CF donde figuraba Pepín. El meta valenciano era el componente más joven del equipo.

 

Pepín despejando de puños un centro que intentaba rematar el delantero centro del Plus Ultra Ricardo. Ambos jugadores ficharían con posterioridad en la UD Las Palmas.

 

Luego vendría la ruptura de ambos clubs alicantinos…

- Me incorporé al Alicante en el tramo final de la liga logrando clasificarnos para la liguilla de 2ª División, consiguiendo ascender de categoría. Una vez concluida la competición el Hércules requirió mis servicios al Alicante pero su petición fue denegada. Esta decisión originó una gran polémica y como consecuencia de dicha negativa, el Hércules, en represalia, dejó de reconocer al Alicante como filial.

 

El meta Pepín cuando militaba en el Alicante CF.

 

EL FICHAJE DE PEPÍN

 

No andaba la UD las Palmas nada bien en su primera temporada en la División de Honor, pagando el tributo de su inexperiencia. Debido a los reiterados resultados negativos y a las desafortunadas actuaciones de los guardametas amarillos Pancho Viera y González, era un clamor generalizado reforzar la retaguardia con jugadores de otra procedencia. De esta forma se perdería el origen absolutamente canario que acompañó la formación del club en la grandiosa gesta inicial.

¿Recuerda Pepín cómo se produjo su fichaje?

-  Era una fría mañana de un viernes día 4 de enero del año 1951, cuando me encontraba entrenando con mi equipo, el Alicante, en el Campo de Bardín, ajeno a toda circunstancia de lo que me iba a suceder. Poco antes de finalizar el entrenamiento llegó el conserje del club alicantino apresuradamente, comunicándole con urgencia a mi entrenador Bañón que debía presentarme con la mayor celeridad en las oficinas de la entidad para tratar un tema de suma importancia. El técnico Bañón había sido portero del Real Madrid y mantenía frecuentes contactos con el club merengue prestando valioso asesoramiento sobre informes de jugadores. Al llegar a las oficinas de la sede alicantina varios miembros de la entidad me hicieron ver el interés del club amarillo por mis servicios y la conveniencia de mi fichaje.

Todo aquello me cogió muy de sorpresa. Por un lado, ansiaba abrirme paso en el mundo del fútbol y garantizar mi porvenir. Por otro, la larga distancia era un factor a considerar. En aquellos tiempos no existían los vuelos regulares de hoy en día y el conocimiento que teníamos de las Islas Canarias era muy remoto. Yo era hijo único y tenía como única familia a mi madre. La decisión como Vd.  puede entender no era nada fácil.

A pesar de la distancia y el obstáculo familiar se decidió Vd. a venir al equipo canario….

-  Las condiciones económicas resultaban muy ventajosas para mí y jugar en una categoría superior representaba un mayor escaparate para dar a conocer mis verdaderas posibilidades como guardameta. Creo que estos dos factores fueron determinantes a la hora de decidirme.

¿Cómo se formalizó la operación?

-  Después de dar mi consentimiento al traspaso fui presentado a dos señores que yo no conocía de nada y que luego resultarían ser el entrenador del equipo amarillo D. Luis Valle Benítez y el directivo del club que había sido comisionado para gestionar dicha operación D. Jerónimo Mejías Pérez. Desde un primer momento pude comprobar cómo ambos se mostraban nerviosos y contrariados por el cariz que estaban tomando las conversaciones. El club alicantino pasaba por una difícil situación económica y sus dirigentes se oponían rotundamente a dejarme salir si no se les abonaba previamente las cantidades en efectivo que habían sido pactadas.

Documento del Alicante CF cediendo los derechos del jugador Pepín a favor del club UD Las Palmas.

Nota del club UD Las Palmas autorizando a D. Jerónimo Mejías Pérez a viajar a Madrid con la finalidad de contratar jugadores.

El directivo de la UD Las Palmas D. Jerónimo Mejías Pérez.

D. Jerónimo Mejías y D. Luis Valle en el Estadio de Chamartín presenciando el partido Real Madrid-UD Las Palmas. Finalizado el encuentro ambos permanecieron en la península ultimando el fichaje de José Casas Gris (Pepín).

 

D. Luis Valle y D. Jerónimo Mejías habían viajado desde Madrid a Alicante en un Mercedes conducido por un chófer con la matrícula del P.M.M. (Parque Móvil Ministerio) ya que el técnico canario tenía un familiar en Madrid que era General. Finalmente, después de duras negociaciones se formalizó el contrato, recibiendo el club alicantino 350.000 ptas. de las de entonces más la cantidad de 150.000 ptas. estipuladas en mi prima de fichaje, que era por lo que restaba de temporada con opción a dos más en caso de no descender de categoría.

Concluida la operación se despidió Vd. de sus compañeros de quipo

- Una vez solucionados los problemas, D. Luis, dirigiéndose a mí con cierta inquietud me dijo: "Haga la maleta enseguida porque tiene Vd. que jugar el domingo". Fue todo tan repentino y precipitado que apenas tuve tiempo de despedirme de mi madre. Atrás había dejado a mis compañeros de equipo. Cuando abandoné el entrenamiento aquella fría mañana del mes de enero no había podido imaginar que a muchos de aquellos compañeros sería la última vez que volvería a ver.

D. Jerónimo Mejías y yo emprendimos la marcha sin demora. Recuerdo que era una tarde desapacible con un intenso frío que calaba los huesos. Nevaba abundantemente y debido al mal estado de la carretera el chófer conducía con gran prudencia llegando a Madrid muy de madrugada, donde pernoctamos aquella noche. Agotado por el ajetreado día y el largo viaje muy pronto fui preso del sueño. D. Jerónimo se levantó con el alba y golpeó en la puerta de mi habitación apresuradamente, urgiéndome para encaminarnos hacia el aeropuerto de Barajas donde en pocas horas despegábamos en un DC3 rumbo a la isla de Gran Canaria. D. Luis Valle se había quedado en Madrid para gestionar el fichaje del jugador húngaro Nagy. Luego vendría lo del viaje en aquel avión que fue un auténtico calvario para mí.

Titular del periódico "Marca" haciendo referencia al traspaso del guardameta valenciano por la UD Las Palmas.

 

¿Recuerda Vd. cómo fue aquel viaje?

- De todos es sabido mi aprensión a los aviones aunque con el tiempo y los nuevos adelantos he superado en parte ese temor. Yo era un chaval con sólo veinte años y nunca había viajado en avión ya que los desplazamientos con mi antiguo equipo eran todos por carretera. Despegamos rumbo a Canarias a las ocho de la mañana en un DC3 que era un avión con dos motores de hélice. El vuelo hacía escala primeramente en Sevilla para luego desde allí partir para Tetuán. Posteriormente nos dirigíamos hacia Casablanca donde repostamos y seguimos rumbo al Aaiún. Desde ese territorio nos vimos obligados a tomar tierra en Sidi-Ifni haciendo escala durante un tiempo hasta partir definitivamente para la isla de Gran Canaria. Llegamos al aeropuerto de Gando a las seis de la tarde del sábado después de diez horas largas de vuelo, aguantando el sonido infernal de las hélices y las turbulencias originadas por las inclemencias del tiempo.

Durante el vuelo D. Jerónimo y yo apenas intercambiamos palabra. En aquellas interminables horas de temor y malestar reflexionaba y me preguntaba constantemente dónde me había metido y cómo había aceptado venir a un lugar tan apartado teniendo en cuenta mi particular situación familiar. A mi lado D. Jerónimo, absorto  en sus pensamientos, con un semblante muy serio que reflejaba preocupación parecía reflexionar. Con el tiempo, me diría que durante el vuelo, viendo mi cara de niño y complexión física reducida, le asaltaron toda clase de dudas sobre mis reales condiciones como guardameta, sintiéndose abrumado por la enorme responsabilidad que había contraído.

D. Manuel Aguiar Márquez, directivo amarillo que acudió a recibir al jugador al aeropuerto de Gando, conduciéndolo primeramente a la sede social y posteriormente a la concentración del Hotel Santa Brígida.

 

Al llegar al aeropuerto de Gando nos estaba esperando con su coche de marca americana el directivo amarillo D. Manuel Aguiar Márquez, quien gentilmente nos condujo a la antigua sede social ubicada en la Plazoleta de Luis Antúnez nº 1. Al bajar del coche con mi ligero equipaje se produjo un gran silencio. Nunca podré olvidar la cara de asombro del presidente D. Eufemiano Fuentes y su junta directiva al verme llegar. Luego algunos dirigentes reunidos en la sala presidencial se pronunciaron con comentarios de muy mal gusto haciendo referencia a mi corta estatura. En ese momento dudé en coger mis maletas y marcharme de nuevo a casa pero me supe tragar mi orgullo. Sin embargo, con el transcurrir de los años he llegado a comprender que, acostumbrados a guardametas de la envergadura física de un Montes, Gorrín o González era en cierta medida lógico que les embargara ese temor. Después de estampar mi firma por el club amarillo recogí mi equipaje y me dirigí con D. Manuel Aguiar a la concentración del Hotel Santa Brígida donde los jugadores de mi nuevo equipo aguardaban la hora del partido con el Celta de Vigo. Recuerdo que entré directo al comedor donde la plantilla daba buena cuenta de la cena. Sin mediar palabra alguna y sin ser presentado a mis compañeros tomé asiento en una mesa de cuatro junto a un amplio ventanal que daba al jardín.

Hotel Santa Brígida a principios de los años cincuenta donde un día 5 de enero de 1952, víspera de la festividad de Reyes, Pepín tomó contacto con sus nuevos compañeros de equipo.

 

Aquella noche tuve como primer compañero de habitación al delantero Gallardo que había sido fichado también esa temporada.

Sin haber entrenado con el equipo y sin conocer prácticamente a sus compañeros se presenta Vd. el día de su debut en el Estadio Insular.

-  Tan sólo dos días antes entrenaba tranquilamente con mi antiguo equipo en Alicante y allí estaba en aquel momento en la portería de la Grada Curva defendiendo los colores de la UD Las Palmas en un partido de gran responsabilidad.

El encuentro de mi presentación oficial con el club amarillo fue un Día de Reyes, registrando el Estadio Insular una gran entrada. Apenas comenzado el encuentro, a los seis minutos de juego, el delantero centro Hermida, de tiro angulado desde fuera del área, marcaba el único gol. El balón entró con una velocidad impresionante por el ángulo izquierdo del marco y pese a mi gran esfuerzo no pude lograr atajarlo. Recuerdo que se produjo en todo el estadio un gran silencio y la decepción de los espectadores fue mayúscula. Sin embargo, yo tenía una fe ciega en mis posibilidades y había venido desde muy lejos para triunfar. Conforme resolvía el peligro y blocaba los balones que llegaban a mi portería con seguridad, los aficionados canarios comenzaron a aplaudir todas mis intervenciones siendo calurosamente ovacionado a la finalización del partido. Nuestro equipo remontaría el resultado con goles de Gallardo y el francés Luciano venciendo por la mínima diferencia.

Documento contractual del jugador Pepín, actuando en representación del club D. Jerónimo Mejías y sirviendo como testigo D. Manuel Aguiar Márquez.

 

¿Se integró Vd. pronto en la isla, en su vida social y deportiva?

-  Mi periodo de aclimatación fue muy lento. Como le he dicho mi madre era mi única familia y sentía honda nostalgia de mi tierra.

Una vez finalizado el encuentro de mi debut me llevaron a una humilde pensión que estaba situada en la Avenida de Las Canteras junto al muro de Marrero. Allí habitaban jugadores de las islas como los tinerfeños Pedrín, Óscar, Lorencito y el palmero Macario. Todos ellos estaban muy unidos y se conocían desde hacía muchos años y aunque me trataban con respeto y cordialidad nuestros hábitos y costumbres eran muy diferentes.

Tenía una habitación de reducidas dimensiones con una pequeña ventanilla que daba al patio interior. En completa soledad y en silencio ansiaba que pasaran pronto los días con la única ilusión y esperanza de reencontrarme de nuevo con mi madre. Por las noches, salía al Paseo de Las Canteras y en mis reflexiones me apoyaba en la barandilla mirando al mar, donde debo reconocer que embriagado por la nostalgia y el recuerdo derramé más de una lágrima.

Pepín en la pensión Bellamar situada en la Avenida de Las Canteras junto al muro de Marrero.

 

A pesar de su incorporación al club amarillo no se pudo lograr la permanencia. ¿Cuáles fueron en su opinión las causas del primer descenso de categoría?

-  Creo que hubo exceso de confianza y no se planificó bien la temporada. El equipo había ido ascendiendo desde regionales a Primera División y todas aquellas victorias desataron una histeria colectiva que impidió ver la realidad de los hechos. En aquella época había diferencias muy marcadas entre las categorías inferiores y la Primera División. El equipo debió apuntalar todas las líneas adecuadamente desde el inicio de competición. No sólo no lo hizo sino que se desprendió de Manolo Montes, un guardameta con garantías que daba gran confianza a la defensa.

En su larga trayectoria en el club amarillo ¿Qué temporada le dejó más satisfecho?

-  Fueron muchas y todas me proporcionaron grandes alegrías. Ingresé en la temporada 1951/52 causando baja el 20 de junio de 1960 al ser tras pasado al Real Betis Balompié. Durante estos años jugué 258 partidos repartidos entre 241 de liga y 17 de Copa. La temporada del segundo ascenso en Tenerife la recuerdo de forma especial aunque hubo también otras donde resolvimos partidos muy decisivos. Después de causar baja en el Betis regresé de nuevo al equipo amarillo en 1965 permaneciendo dos temporadas. Yo ya estaba muy castigado por las lesiones y si acepté la oferta de venir fue sólo por mi gran amor al club y a esta ciudad donde han nacido mis hijos y me había enraizado definitivamente.

Licencia federativa del jugador José Casas Gris (Pepín).

 

De las delanteras rivales ¿Qué jugadores le crearon mayores dificultades?

-  En los años que me tocó jugar, los equipos poderosos tenían grandes individualidades. Aquella delantera bilbaína formada por Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Gaínza era una máquina de hacer fútbol. El Real Madrid de las primeras cinco copas de Europa o aquel Atlético de Madrid con la famosa delantera de seda compuesta por Juncosa, Ben-Barek, Silva, Carlsson y Escudero era una pesadilla. Pero si tengo que elegir un conjunto atacante que me hacía trabajar a destajo era el del Barcelona. El club blaugrana tenía a un famoso delantero uruguayo que se llamaba Eulogio Martínez. Este jugador era muy marrullero y cuando me anticipaba a coger el balón me metía su brazo desplazando el mío, haciéndome perder el equilibrio y el control del balón.

Otros jugadores que están en la mente de todos como Di Stéfano y Kubala resultaban muy peligrosos no sólo por su habilidad en el juego sino en su maestría al ejecutar los golpes francos.

 

En su dilatada trayectoria deportiva ha estado Vd. al servicio de muchos entrenadores ¿Destacaría a alguno en particular?

-   Destacaria a alguno en particular?o en su maestrpaba a coger un bal, Ben-Barek, Silva, Carlsson y Escudero era una pesadilla. Pienso que de no haber sido por Bañón, antiguo guardameta del Real Madrid y posterior técnico del Alicante CF, que dio buenos informes sobre mí, recomendándome al club madrileño, hoy posiblemente no habríamos estado hablando de la UD Las Palmas. De los entrenadores canarios guardo un recuerdo especial de D. Jesús Navarro Mazzoti. Era un entrenador de fuerte carácter que prestó grandes servicios al club en diferentes épocas y casi siempre en momentos muy críticos y comprometidos para nuestro equipo.

En la temporada 1958/59 nos vimos obligados a jugar la promoción con el Levante y comenzaron a circular rumores por toda la ciudad. Muchos pensaban que al ser yo valenciano había sido tocado económicamente por el club levantino. Yo había exteriorizado en algunas ocasiones mis deseos de mejorar deportivamente fichando en un equipo de los llamados grandes pero el club me aplicaba siempre el derecho de retención. Todo ello contribuyó a enrarecer más el ambiente llegando los comentarios a la entidad amarilla, que comisionó a D. Manuel Aguiar Márquez para que comunicara al entrenador D. Jesús Navarro la posibilidad de no alinearme en dicho choque. El entrenador, mostrando gran confianza en mi dignidad y seriedad como deportista, se negó a no incluirme en el equipo titular, haciéndose responsable de mi actuación.

Aquel partido en el Estadio de Vallejo lo ganamos por el resultado de uno a dos siendo una de mis actuaciones más destacadas. ¿Qué podría haber sucedido si las cosas me hubieran salido mal? ¡No lo quiero ni pensar!

Concluido el encuentro y de regreso a en el tren de Levante a Madrid D. Jesús Navarro me contaría todos los incidentes previos al choque. Recuerdo que se sentía muy complacido de haber tomado aquella difícil decisión.

Con su compañero de equipo Pedrín cerca del bar "La Habana", lugar muy frecuentado por nuestros jugadores.

 

¡DE AQUÍ NO SALE NADIE!

 

Para comenzar este relato habría que admitir que los jugadores llevábamos contrabando en todos los viajes. En aquellos tiempos las Islas Canarias tenían la ventaja de ser Puerto Franco y había muchos productos que doblaban el precio o incluso no llegaban a la península. Los artículos más habituales eran el tabaco, transistores, conjuntos ingleses de señora, y algunas bebidas alcohólicas que tenían un precio muy alto en toda la geografía española.

En uno de los viajes a Sevilla nos hospedábamos como siempre en el Hotel Colón. Nosotros teníamos normalmente vendida la mercancía de antemano ya que los numerosos viajes que realizábamos nos proporcionaban contactos en todos los hoteles. Mi compañero de equipo Felo, que había debutado por aquellos años, en vista de la competencia que había en dicho hotel para vender los artículos, salió a la calle apresuradamente a vender la mercancía, encaminándose a un bar de los alrededores muy concurrido y alegre. Una vez allí, después de hacer las clásicas indagaciones, ofertó a varios clientes el tabaco mostrándose éstos muy complacidos. Uno de ellos le compró gran cantidad del mismo preguntándole si le podría conseguir tanta cantidad de cartones como le fuera posible ya que tenía compromisos ineludibles con amigos. El jugador canario Felo, que era un joven muy inocente y sano dada su inexperiencia, no cabía en sí de gozo pensando que iba a realizar el negocio de su vida. Frotándose las manos y después de contestar afirmativamente les pidió seguirle hasta el Hotel Colón donde podría suministrarle mayor cantidad.

Edificio del Hotel Colón en la ciudad hispalense, donde frecuentemente se hospedaban los expedicionarios de la UD Las Palmas.

 

 Llegados al hotel, Felo entró apresuradamente en su habitación para tratar de satisfacer las exigencias de sus clientes, entregándoles la totalidad de la mercancía. Sin embargo, a sus compradores seguía pareciéndoles escasa la compra, rogándole a Felo que intentara conseguir mayor cantidad a través de sus compañeros de equipo. Aunque algunos de los jugadores se encontraban fuera y otros habían ya vendido el material en el hotel, Felo recopiló todos los cartones de tabaco disponibles y ordenó llamar a su estancia a los compradores. Ni que decir tiene que la cara del jugador reflejaba enorme alegría que se vería incrementada cuando uno de los clientes echó mano a su cartera, pero que muy pronto se tornó en perplejidad y asombro cuando el susodicho cliente abrió su billetera y enseñándole su credencial le dijo en alta voz: "¡Soy inspector de policía. Queda Vd. detenido!".

Lo gracioso del caso vino dado cuando Felo, muy nervioso por el cariz que habían tomado los acontecimientos y reflejando en su rostro estupor y sorpresa se dirigió a la puerta de su dormitorio y poniendo los brazos en cruz gritó; "¡De aquí no sale nadie!".

Finalmente los policías lograron convencerlo de que les acompañara ya que de lo contrario los acontecimientos podrían haber tenido graves consecuencias. Los agentes de la autoridad escoltaron al jugador hasta la calle para conducirlo a comisaría en el coche policial. Al traspasar el umbral coincidieron con los bravos defensas laterales amarillos Beneyto y Marcial que habían ido a dar un paseo y venían de camino de regreso al hotel. Éstos al verlo de aquella guisa, con muy buen sentido del humor y de manera un tanto sarcástica, le dijeron: "Buena venta caballero!".

Rafael Batista Hernández (Felo).

Los jugadores y el masajista Juanito Gil, esperando el regreso de Felo y temerosos de que pudiera caerle un correctivo disciplinario no dieron cuenta de lo sucedido al entrenador Luis Molowny, que en aquella época desempeñaba el cargo de entrenador-jugador. El tiempo pasaba y había llegado el momento de dar cuenta del almuerzo sin la presencia de Felo. Como jugador veterano yo me encontraba sentado en la mesa de D. Luis, quien sumamente contrariado por la tardanza de Felo le reprochaba su irresponsabilidad e impuntualidad y me hacía saber los posibles expedientes disciplinarios que le iba a infringir al jugador. Así las cosas, llega una llamada de la comisaría de policía de Sevilla para ponernos en conocimiento que el jugador Rafael Batista Hernández (Felo) se hallaba detenido por contrabando ilegal.

Faltaban sólo unas horas para el comienzo del partido en el antiguo estadios sevillista de Nervión y aunque se habían hecho todas las diligencias posibles para conseguir la libertad del jugador éste no aparecía. Cuando ya nos disponíamos a realizar el precalentamiento, que antiguamente se llevaba a cabo en el mismo vestuario, aparece el jugador Felo corriendo vestuarios adentro. Nosotros al verlo llegar nos quedamos mirándole fijamente sin poder exteriorizar la alegría, cuando éste, dirigiéndose a todos nos dice: "¡No se preocupen! ¡Aquí no ha pasado nada!", y luego para rematarlo, él mismo diría: "¡Buena venta caballero!".

Aquello había que verlo para creerlo. Las carcajadas eran tan pronunciadas que hasta Luis Molowny, que era un hombre distante y reservado se tuvo que reír de la ocurrencia.

Luis Molowny Arbelo.

 

EL CASO PEPÍN

DE CUANDO PEPÍN FUE EXPEDIENTADO

 

A pesar de que el guardameta amarillo siempre fue un verdadero ejemplo de honradez deportiva, dejando una estela de buen hacer tanto dentro como fuera de la cancha, no estuvo exento, sin embargo, al igual que cualquier jugador, de días aciagos donde las reacciones primarias y viscerales en un momento determinado anulan toda conducta racional.

En un partido amistoso de pretemporada, sin aparente trascendencia, teniendo como rival al Marítimo de Funchal, Pepín encajó uno de esos goles "tontos" del que no escapa ninguno de los porteros. La reacción de los aficionados detrás de la portería que defendía el cancerbero canario no se hizo esperar. Posiblemente, debido a unas declaraciones previas en la prensa valenciana donde el guardameta amarillo se pronunciaba a favor de quedar en libertad para mejorar en su trayectoria deportiva, o quizás por la falta de entidad del rival, lo cierto es que Pepín era objeto de las más soeces descalificaciones cada vez que realizaba una intervención. Como consecuencia de los "improperios" del respetable, el guardameta comenzó a mostrarse muy inseguro, encajando dos nuevos goles que hicieron incrementar las protestas de los aficionados.

Todo ello originó un ambiente de crispación y total hostilidad contra el portero valenciano que perdería por completo el control de los nervios abandonando presuroso el  marco que defendía para buscar refugio en los vestuarios.

El público puesto en pié coreaba ofuscado su nombre pidiendo su vuelta al terreno de juego, circunstancia que no se produjo, a pesar de la insistencia del entrenador y la larga espera del respetable. Lo demás es ya historia. La noticia se difundió al instante en todas las emisoras y los periódicos locales teniendo incluso eco a nivel nacional. El jugador sería expedientado y apartado del equipo teniendo enorme trascendencia todos los actos, declaraciones, sanciones y reconciliaciones que dimanaron de dicho expediente llegándosele a  denominar "El Caso Pepín". Hoy, habiendo pasado más de medio siglo de la fecha de los hechos, evocamos el incidente como un capítulo más dentro de la intra- historia del club.

Nota de la UD Las Palmas dirigida al jugador Pepín notificándole su apartamiento del equipo.

 

INDISCIPLINA DE PEPÍN

 

Al encajar el tercer gol en el partido jugado contra el Marítimo de Funchal el guardameta Pepín abandonó el marco, dirigiéndose a los vestuarios sin justificación alguna, hasta el extremo de que sus compañeros iban a poner la pelota en juego en el círculo central sin apercibirse de lo que estaba ocurriendo.

El masajista Juanito Gil, siguiendo posiblemente órdenes del entrenador amarillo abandona el banquillo y se dirige a la caseta. Poco después regresa y tras un intercambio de palabras con el entrenador, es Satur Grech quien deja su puesto en la banda y se dirige a los vestuarios. Mientras tanto el portero suplente Betancort encaminaba sus pasos hacia la desguarnecida portería canaria.

Referencias que nos merecen entero crédito nos dan cuenta de que el guardameta Pepín no argumentó razones de peso ya que no estaba lesionado ni se sentía indispuesto y según parece fue debido a las protestas de los aficionados como consecuencia de los goles encajados.

Es inexplicable la conducta de Pepín. Ayer cometió un acto de auténtica rebeldía e indisciplina, tanto para su club, representado por directivos y entrenador, como agravio para sus compañeros y público, que tanto le ha alentado y aplaudido.

Crónica del "Canarias Deportiva" con su titular "Indisciplina de Pepín".

 

Este incidente pone a la UD Las Palmas en una encrucijada. De una parte, el no castigarlo supondría insuflar al jugador tal cantidad de vanidad, por considerarse "intocable" que no habría manera de soportarle. De otra, si se le aplica en su verdadero rigor preceptivo la tajante disposición disciplinaria que exige el reglamento, el club amarillo perdería uno de sus mejores jugadores.

Pero los rectores del club no podrán cruzarse de brazos y pasar por alto estas acciones. Llámese como se llame el jugador que la cometa, nuestro equipo ha de actuar con firme y rigurosa dureza.

El caso del portero Pepín no puede quedar sin la adecuada sanción por parte de la directiva del club ya que su tolerancia traería inevitablemente no pocos males en ese siempre resbaladizo campo del profesionalismo que pisa nuestro equipo a pesar de las justificaciones que el jugador expone en su carta abierta.

Y sería, además, una seria advertencia para quienes no aciertan a comprender que la disciplina de un club no puede ser quebrantada jamás.

CANARIAS DEPORTIVA

 

 

Documento recogido en acta en relación al expediente disciplinario incoado al jugador José Casas Gris (Pepín).

Continuación de la página anterior.

El entrenador Satur Grech reflejando en su rostro contrariedad durante el encuentro con el Marítimo de Funchal que originó el incidente del guardameta Pepín. Le acompaña el portero suplente Betancort, que sustituiría al jugador valenciano.

 

LA UD LAS PALMAS ACUERDA SOMETER A EXPEDIENTE AL JUGADOR PEPÍN SUSPENDIÉNDOLE DE EMPLEO Y SUELDO

COMUNICADO A LOS SOCIOS

Por faltas muy graves cometidas en el partido celebrado hoy por el jugador D. José Casas Gris (Pepín), esta junta directiva se ha reunido con carácter urgente y, lamentándolo mucho, se ha visto obligada a tomar el acuerdo de someterle a expediente disciplinario y dejar suspendido en tanto, su contrato con el club.

Las Palmas de Gran Canaria,

26 de agosto de 1956.

 

LA DIRECTIVA

 

CARTA ABIERTA DE PEPÍN

 

CARTA ABIERTA AL SR. PRESIDENTE, DIRECTIVOS,

 ENTRENADOR Y SEGUIDORES DE LA UD LAS PALMAS.

 

 

 

Muy señores míos:

Aún, en estos momentos me es imposible comprender el acto de indisciplina que, tan a la ligera, he cometido esta tarde abandonando el campo de juego durante el encuentro amistoso con el Marítimo. Y supongo que si es incomprensible para mí, más lo será para el público que se encontraba presenciándolo.

Ha sido tal mi falta, que soy el primero en reclamar una fuerte sanción –la que sea- y, por ello precisamente me siento incapaz de solicitar un perdón que no merezco.

No obstante, señores, les ruego me escuchen públicamente, porque públicamente he cometido la falta y a todos les debo una justificación. Abandoné el campo porque desde que marcaron el primer gol, del cual fui culpable, me sentí nerviosísimo, pero entonces, en aquel momento, oí cómo desde las gradas que están detrás de la portería, entre los justificados gritos del público, alguien, no sé quién, me nombró en la forma más humillante a lo que más quiero en este mundo: mi madre. Eso para mí es insoportable. No obstante, y con un fuerte nudo en la garganta proseguí el juego, aunque cada vez más nervioso.

Dos nuevos goles, como consecuencia de otros tantos fallos, se produjeron en mi meta. Saben ustedes que nuevamente me increparon, lo cual es también normal, pero otra vez pude oír la misma ofensa personal y no pude más. Me dirigí, casi inconscientemente hacia los vestuarios y, cuando el Sr. Grech me dijo que volviera al campo, le contesté que no podía y, por indicación suya, abandoné el estadio.

Es difícil que ustedes comprendan mi actitud, porque ni yo mismo la comprendí en el primer momento y, ahora, ¡cuánto me pesa! Lo que sí deseo es que no vean en este acto impremeditado una falta de cariño al club al que todo le debo, sino que lo consideren como lo que realmente ha sido, una indisciplina producida y explicada humanamente sólo por un estado de ofuscación momentáneo originado por aquellas circunstancias, pero por el cual, no obstante, estoy dispuesto a sufrir las consecuencias por duras que sean.

Con toda consideración

 

Fdo.: JOSÉ CASAS GRIS

 

Emotiva carta del jugador Pepín dirigida al entrenador amarillo Satur Grech reconociendo su culpa.

 

Acta Caso Pepín (1).

 

Acta Caso Pepín (2).

 

Acta Caso Pepín (3).

Acta Caso Pepín (4).

 

Suspensión del expediente incoado a Pepín.

 

En documento recogido en acta se acuerda gratificar al jugador Pepín con cincuenta mil pesetas por su ejemplar conducta.

 

 

PEPÍN NOS DA SU VERSIÓN DE LOS

HECHOS EN LA ACTUALIDAD

 

 

Durante el transcurso de una pretemporada en una confrontación contra el Marítimo de Funchal abandonó Vd. el marco durante el desarrollo del partido protagonizando un incidente sin precedentes en la historia de nuestro club. Los rectores de la entidad reunidos en sesión extraordinaria le incoan un fuerte expediente suspendiéndole de empleo y sueldo apartándole del equipo. Pasados los años, ¿Cuál es su personal versión de los hechos?

-  El tiempo no ha cambiado ni un ápice mi opinión al respecto. Fue un incidente que adquirió una trascendencia enorme con proporciones desorbitantes que me llegaron a afectar sobremanera.

Yo tenía como única familia a mi madre y vivir lejos de ella y de mi ambiente representaba un condicionante difícil de sobrellevar. Aunque en la isla me sentía querido y valorado era lógico y perfectamente legítimo que quisiera mejorar deportivamente y lograr un buen contrato para asegurar mi porvenir. Aquel año había pasado las vacaciones en mi ciudad natal de Valencia y varios equipos, entre ellos el Real Madrid y el mismo Valencia, requerían mis servicios. El corresponsal del diario "Marca" en la ciudad del Turia, conocedor del interés de estos equipos en mi fichaje, me preguntó si deseaba cambiar de aires. Yo le hice saber mi profundo agradecimiento a la afición canaria y a los rectores del club pero mostré mi anhelo como todo jugador por jugar en un gran club. También hice alusión al miedo que me inspiraban los aviones y mi situación familiar. Al regreso de mis vacaciones pude comprobar que se me recibió con cierta acritud. Mis manifestaciones al corresponsal de "Marca" habían sido tergiversadas y se había creado un ambiente enrarecido con respecto a mi persona. Yo había sido en todo momento muy respetuoso con la entidad amarilla y su afición y no comprendía a qué venía todo aquello.

Cuando salí al campo la pitada al dirigirme a la portería de naciente fue mayúscula. El público siempre me había tratado espléndidamente y aquella reacción hostil hacia mi persona me afectó profundamente. Los abucheos e insultos fueron incrementándose a medida  que transcurría el partido y cada vez que realizaba una intervención el estadio parecía estar sólo pendiente de mi actuación. Como consecuencia de aquel ambiente tan enrarecido y hostil hacia mi persona me fui poniendo muy nervioso llegando a cometer varios fallos que originaron los goles del equipo rival. La situación que estaba viviendo y mi presencia bajo los palos se tornaba insostenible. Los insultos dirigidos a mi madre se duplicaban y ya había perdido por completo el control de la situación y los nervios habían hecho presa en mí.

Ante este dilema y el grado de ofuscación que estaba viviendo consideré oportuno salir corriendo hacia los vestuarios y marcharme del recinto deportivo.

D. Antonio Limiñana López, prestigioso letrado de nuestra ciudad y amigo personal de Pepín, contribuyó eficazmente en el levantamiento del expediente al jugador.

El masajista, Juanito Gil, primero y posteriormente el entrenador, Satur Grech, intentaron hacerme cambiar de actitud pero en el estado de nervios que yo me encontraba era imposible salir de nuevo a la cancha. Ello hubiera agravado la situación y se hubiera producido un altercado de orden público.

Este incidente tuvo nefastas consecuencias para mi persona. Los dirigentes de la entidad me incoaron un expediente por valor de 50.000 ptas. (cantidad desmesurada para la época) y me apartaron del equipo, suspendiéndome de empleo y sueldo. El periodista Ramón Mariño Mirazo (Moncho), muy querido por todos los jugadores por ser sumamente bene volente en la crítica, me instó a escribir una carta dirigida al club y a la afición excusándome de mi conducta y forma de proceder exponiendo mis argumentos. Después de un largo proceso federativo y de orden burocrático con el club, la directiva condicionó la multa a mi conducta durante la campaña liguera, quedando finalmente sin efecto al finalizar la temporada.

Ficha de José Casas Gris (Pepín) en el archivo del club.