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Referente sociológico de una época

La UD Las Palmas conmemora el 72º aniversario de la entidad con este artículo del consejero e historiador, Antonio de Armas, coincidiendo con el cincuentenario del fallecimiento de Juan Guedes.

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“Todo dolor es el recuerdo de nuestra condición elevada”, Herman Hesse.

Con este titular abría la Fundación de la UD Las Palmas la página web de Juanito Guedes que ha tenido una gran aceptación en la masa social amarilla. Este titular fue recogido inicialmente de una conferencia y posterior artículo sobre la vida del mítico jugador hace ya más de una década. Si bien es verdad que en la dilatada historia de la entidad existen ya muchos jugadores de diferentes generaciones que, el decir de los salmos del evangelio han marchado en busca de prados más verdes y merecen nuestro mayor reconocimiento, no es menos cierto que hasta el día de hoy solo tres jugadores han fallecido en activo: Antonio Vieira Delgado (temporada 1950-51), Juan Guedes Rodríguez (1970-71) y Antonio Afonso Moreno (1974-75). Nuestra institución cumple este domingo, día 22 de agosto de 2021, 72 años de existencia aunque en realidad es una proyección de aquellos cinco clubes históricos: RC Victoria, Marino CF, CD Gran Canaria, Atlético Club y Arenas Club. Desde la neutralidad que te da la racionalidad no todos los años un jugador de la calidad hieráldica de Juanito Guedes cumple medio siglo de su fallecimiento. Con este motivo la UD Las Palmas ha pensado en abrir una página web dedicada al legendario futbolista, al igual que un libro sobre su vida, que saldrá en un futuro muy próximo. Parte de este artículo que hoy leemos con interés y devoción, ya ha salido a la luz en la alocución del historiador del club en el Real Club Náutico de Gran Canaria y hemos pensado que en el aniversario cobra especial relevancia.  

La década de los setenta es sin lugar a dudas una de las épocas más dolorosas de toda la historia del club insular. El irrepetible número seis Juanito Guedes y Antonio Afonso (Tonono) nos decían adiós para siempre, dejando en todos los ciudadanos isleños una huella indeleble e imperecedera. Ambos eran de extracción rural y sus códigos de conducta y jerarquía de valores guardaban muchas afinidades. Fueron compañeros inseparables y su sólida e incondicional amistad solo la pudo quebrar la muerte. Somos lo que hemos perdido. Todos los golpes del destino dejan tras si un inmenso halo de tristeza que como la infancia nunca termina de desdibujarse plenamente. El tiempo ha seguido su inevitable curso. Han transcurrido cuarenta años y todavía persiste como ayer el culto y magnetismo que irradiaba su figura. 

Del campo del Lomo al legendario Porteño 

Juan Guedes Rodríguez había nacido el 2 de octubre de 1942 en la calle Pedro Infinito del barrio capitalino de Schamann aunque desde muy corta edad se establece con su familia en Tamaraceite. Su padre, que trabajaba en la empresa los ‘Hermanos Betancores’ se traslada por motivos laborales a la localidad del Carrizal de Ingenio, quedando su hijo al cuidado de sus tíos José González y Flora Guedes en el Barrio de Las Rehoyas Altas, en un lugar conocido como ‘Alto de los Leones’. Entre los chicos de familias necesitadas que jugaban ardorosamente en aquellos campos y estanques de barro, sobresalía con cierto resplandor un niño de tez muy morena poseído de una sufrida fortaleza. Su juego, reposado y técnico, desprendía un aura de magia y fascinación. Pero sus primeros años no fueron un camino de rosas, si de espinas, jugando descalzo en campos de tierra e integrando ligas y torneos por toda la geografía insular con jugadores que le doblaban en edad. Desde el campo del Lomo Apolinario pasando por el estanque de La Paterna, terreno de Los Paracaidistas, Antonio Rojas y Tamaraceite hasta llegar a las áridas tierras del sur en Sardina, Agüimes, Ingenio y el pequeño Carrizal, Juan Guedes, serpenteando por los tortuosos caminos y paisajes tórridos del caluroso verano de aquella Gran Canaria rural, iría confeccionando con sacrificio y esfuerzo su propia biografía. Los adeptos a su fútbol serían cada vez más numerosos ante las habilidades de aquel niño que ya era requerido por muchos clubes de la Regional. En aquella sociedad cerrada y gris de la época, el joven Juanito Guedes comenzaba ya a familiarizarse con la rumorología y el éxito. Pero, es sin embargo, al fichar en el histórico Porteño, presidido por Bonifacio Vega Nuez, un club ennoblecido por un pasado legendario, donde llegaría su verdadera eclosión y consagración futbolística. Los libros y el fútbol irían alimentando su infancia y dando sentido a su vida cotidiana.  Selección juvenil de las palmas: el error de una demarcación inadecuada  Sus excelentes actuaciones en el club albiverde que comenzaba en aquellos años a ser desplazado de su habitat natural en el Puerto para ser tutelado en Tamaraceite por su nuevo presidente D. José Tejera no pasan inadvertidas para el entrenador auxiliar Antonio Velázquez, quien lo incorpora por primera vez a la Selección Juvenil en la temporada 1959-60. Su corta actuación jugando solamente la primera mitad del encuentro de vuelta ante la selección tinerfeña, ocupando la errónea demarcación de extremo izquierdo, fue muy desafortunada. No podía ser de otra forma. El joven jugador, desalentado ante su irregular actuación y los abucheos de un público exigente fue incrementando su nerviosismo, siendo sustituido en el descanso por Sebastián Vera Palmés, extremo de gran habilidad y rapidez que daría más mordiente a la delantera. Sin embargo, Juanito Guedes seguiría impartiendo su magisterio domingo tras domingo en sus actuaciones con el Porteño, compitiendo a la de edad de 17 años en segunda categoría regional. En su último año en edad juvenil (1960-61) vuelve a ser convocado por Luis Molowny. En uno de los partidos de preselección en el campo de Martín Freire, entre los que figuraban Martín I, Mamé León y Paco Castellano, que luego serían descartados, Luis Molowny decide ubicarlo esta vez como medio volante izquierdo junto a Laso, convirtiéndose en el mejor jugador sobre el terreno de juego. Con posterioridad, el seleccionador del equipo juvenil español Eusebio Martín lo convoca como internacional jugando en cinco ocasiones: Inglaterra, Turquía, Austria, Portugal y Alemania Occidental.   

Debut en la UD Las palmas y meteórico ascenso 

La temporada 1959-60 ha sido de las más aciagas en toda la historia del club. Tras seis años de espectáculo y esplendor con la visita de grandes equipos y míticas figuras, se produciría el fatídico descenso a Segunda División. Al año siguiente (1960-61), el entrenador Casimiro Benavente, lejos de revitalizar nuestra cantera, incorpora muchos jugadores foráneos de irregular rendimiento. Todo ello crea un malestar en el aficionado disminuyendo sustancialmente el número de socios y espectadores. Sin embargo, en una temporada de altibajos, Casimiro Benavente hace debutar al jugador el 23 de abril de 1961, aún en edad juvenil, en el ‘Alfonso Murube’ frente al Atlético de Ceuta, en encuentro ganado por los locales por dos tantos a cero.

La Selección Juvenil Campeona de España representaría un nuevo resurgir de nuestro fútbol. Con el transcurso de los años se fue configurando un elenco de excelentes futbolistas canteranos que configurarían con el tiempo la época dorada de nuestro club. Tras la fugaz estancia de Paco Campos y Rosendo Hernández, el técnico Vicente Dauder logra definitivamente en la temporada 1963-64 el ansiado tercer ascenso de nuestro equipo a la División de Honor. Con posterioridad, el comandante Villalaín, a la sazón seleccionador militar, le da la oportunidad de integrar en la formación que jugaría los Campeonatos del Mundo del CIMS, llegando a participar en siete encuentros como titular y proclamándose campeón del mundo militar.

Sería difícil precisar cuáles fueron sus mejores temporadas, aunque todos recuerdan las dos del reinado de Luis Molowny (1967-68 y 1968-69) como las más relevantes. En aquellos años, la dividida sociedad española necesitaba de héroes a los que idealizar y mitificar para ver realizados sus sueños. Juanito Guedes se convertiría en un icono mítico y carismático y en el referente sociológico de sus gentes. Tardes y tardes contemplaron los aficionados del Insular a este hombre de gesto sereno y armonioso acento elevar el fútbol a categoría de arte. Por su morfología y estructura ósea no era un jugador habilidoso en el regate. No lo necesitaba, lo suyo era estar siempre en la más idónea ubicación para desde allí efectuar sus pases milimétricos en diagonales de larga distancia a sus primeros espadas: Juan Luis, Vegazo, León, Gilberto I, Vicente, Bosmediano

Sin lugar a dudas en Juan Guedes había un rasgo diferenciador. Tenía una visión planetaria de todo el terreno de juego y no solo oxigenaba con Germán Dévora el centro del campo con su fútbol de diseño sino que a la vez era por su zancada, un jugador de largo recorrido y presencia, tanto en labores atacantes como en posiciones más defensivas cuando la ocasión lo requería. Desde su llegada al club sería titular indiscutible con todos los entrenadores, que sentían hacia él un respeto reverencial y admiración: Casimiro Benavente, Paco Campos, Rosendo Hernández (en dos ocasiones), Vicente Dauder, Juanito Ochoa, Luis Molowny y Héctor Rial. En su dimensión humana tenía un carácter afable, sencillo y carente de doble moral. Era un hombre desnudo de toda arrogancia y poseído de una natural bonhomía, siempre al lado de los jóvenes y desfavorecidos, gestionando cualquier adversidad sufrida por sus compañeros que le profesaban auténtica veneración y profundo afecto.

Copa de ferias: momento de mayor frustración 

El inimitable medio volante amarillo siempre tuvo la frustración de no haber participado en el segundo encuentro ante el Hertha de Berlín, al haber sido expulsado por el colegiado checoslovaco sr. Hartmann en el partido de ida en el Estadio Insular. Las bajas de Juanito Guedes y Martín II (lesionado) mermaron el rendimiento de nuestro equipo que quedaría eliminado en la primera ronda de la eliminatoria.

Más suerte tendría defendiendo los colores de la selección absoluta de España. La primera vez, llamado por el técnico Domingo Balmanya el 2 de mayo de 1968 con la finalidad de jugar en Malmoe ante Suecia. En este encuentro, el técnico catalán, alinearía a cinco canarios: Guedes, Germán, Tonono, Castellano y el tinerfeño Santos. En el banquillo, además de los titulares, habían sido convocados el guardameta Betancor y Gilberto II. El encuentro terminaría en empate a un gol siendo Castellano el autor del tanto español. Juan Guedes volvería a ser llamado a la Selección Nacional en un triunvirato formado por Luis Molowny, Miguel Muñoz y Artigas jugando el 26 de marzo de 1969 contra Suiza en Valencia donde ganaría España por la mínima diferencia.

Su fecha de compromiso en la UD Las Palmas data del 16 de marzo de 1961, aún en edad juvenil, aunque con licencia de amateur compensado. El contrato que firmaban don Honorio Monzón Mayor, Presiente accidental de la U.D. Las Palmas, y don José Tejera Santana, nuevo presidente del C.D. Porteño, tuvo como testigo a don José Guerra Pérez, jefe de archivos por aquel entonces del club amarillo. Entre ambos clubes se llegaba a un completo acuerdo, comprometiéndose la UD Las Palmas a suministrar material deportivo para la entidad albiverde, la cesión de cuatro jugadores procedentes del aficionado y la estipulación que dejaba constancia de la obligación de la U.D. Las Palmas a entregar el 5% en caso de traspaso del jugador. Su primer contrato profesional se firmó con fecha del 14 de agosto de 1961 percibiendo la cifra mensual fija de dos mil pesetas y 25.000 en concepto de prima anual de fichaje. Juan Guedes causa baja por fallecimiento el 8 de marzo de 1971 a los 28 años de edad. El espigado medio zurdo jugó la cifra de 281 encuentros oficiales; 251 de Liga, 29 de Copa del Generalísimo y solo en una ocasión la Copa de Feria, contabilizando un total de 33 goles, 17 en Primera División, 12 en Segunda, y 4 en la Copa del Generalísimo.   La enfermedad de Juan Guedes: un diagnóstico oculto  La enfermedad de Juanito Guedes comenzaría con unas dolencias estomacales y un estreñimiento severo. Dado que pasaban los días y las dolencias no remitían, Emilio Tomé, jefe de los servicios médicos de la entidad, decidió enviarlo a la Clínica Santa Catalina a la consulta de José Ramírez, quien a su vez sugirió la conveniencia de ser analizado por el especialista de digestivo Fernando Cabrera. El primer diagnóstico sobre la evolución de la enfermedad no dejaba de ser preocupante, aconsejando su traslado con toda urgencia a Barcelona para ser sometido a una intervención quirúrgica. Una vez en la Ciudad Condal fue intervenido en la Clínica Platón por el brillante cirujano digestivo Dr. Piuslach Oliva. La operación, que se había llevado a efecto el 2 de julio de 1970, había resultado un éxito de cara a la prensa, familiares y aficionados en general. El diagnóstico de ‘estenosis intestinal’, no le impediría continuar jugando ni llevar una vida normal, aunque requiriera un seguimiento constante de su estado de salud. El jugador comenzaría a entrenar evolucionando favorablemente.

El entrenador Rosendo Hernández, muy proclive a dar oportunidades a valores canteranos, había hecho debutar a los jóvenes Carmelín y Melián, éste último con la finalidad de paliar en parte la ausencia del inolvidable seis amarillo. Cuando llega la ansiada reaparición de Juanito Guedes ante el Athletico de Bilbao, la alegría del jugador y la afición eran indescriptible. Su entrada al campo fue catedralicia con todo el respetable puesto en pie coreando su nombre. El acontecimiento era sinónimo de vida en la calles, en los bares y en sus plazas. Regresaba Juanito Guedes cual Cid Campeador y solo pronunciar su nombre era signo de preocupación en las huestes contrarias. Toda la sociedad canaria lo recibía con blasones de oro.

Es el poder de convocatoria que tienen los seres investidos de un potencial mitológico, de un halo intransferible de fascinación. Tras seguir jugando con normalidad, a los pocos meses se visitaba el antiguo y desaparecido campo de Sarriá (13 diciembre de 1970) donde nuestro equipo, en un disputado encuentro, terminaría perdiendo por dos tantos a uno ante el Real Club Deportivo Español. Se daba la circunstancia que al sábado siguiente nos visitaba otro club catalán: el Fútbol Club Barcelona.

Juan Guedes había tenido grandes actuaciones ante el club blaugrana y esperaba con gran ilusión este encuentro. Sin embargo, a los pocos días del partido volvía a sentir las mismas molestias gástricas. De nuevo viajaba a la Ciudad Condal para ser intervenido quirúrgicamente por el Doctor Piuslach, pero en esta ocasión, apenas hubo intervención, dado el avanzado estado de la enfermedad. La imagen del jugador llevado a hombros en una camilla por los pasillos del aeropuerto mientras se le escapaba la vida es uno de los momentos más emotivos y trágicos de toda la historia del club insular desde su fundación hasta la actualidad.

Clínica Santa Catalina, habitación 345: antesala de la muerte 

Una vez ingresado el jugador en la habitación 345 de la Clínica Santa Catalina, la noticia correría como reguero de pólvora por toda la ciudad. Si bien en un principio, las visitas del director general del club don Jesús García Panasco, dirigentes y compañeros de equipo le insuflaban ánimos y una enorme ilusión de vivir, haciéndole por momentos olvidar su dolencia, su estado fue empeorando gradualmente hasta llegar a ser consciente de su irreversible situación, que aceptó con ejemplar entereza y resignación. Acompañado en todo momento de su querida esposa Georgina y de su inseparable ex capitán Ernesto Aparicio, que tuvo un comportamiento digno del mayor elogio, Juan Guedes fallecía el 9 de marzo de 1971, aunque según se recoge en el acta de defunción su muerte se produjo el 8 de marzo, después de haber recibido los Santos Sacramentos del Padre Vicente Rivero, con posterioridad párroco de la Basílica de Teror.

El cuerpo de Juan Guedes fue trasladado a la sede social del club en Pío XII nº 29 donde miles de aficionados desfilaron testimoniándole su agradecimiento y su último adiós. La honda manifestación de duelo con el traslado de sus restos al cementerio de San Lázaro, ha sido la congregación más multitudinaria y sentida que hayamos podido presenciar hasta el día de hoy. Bajo la perspectiva de cuarenta años en el recuerdo, llegada es la hora de que las nuevas generaciones conozcan la trayectoria, circunstancias e influencia de Juanito Guedes en el fútbol contemporáneo y en la historia de nuestro club. Un Juanito Guedes marmóreo yace en la actualidad en el camposanto de San Lázaro. ‘A ti que fuiste una epifanía y hoy eres un esférico abandonado, ¿abandonado? Abandonado no, porque allí estarán sus compañeros del colegio de los padres Paúles que corrían atropelladamente colina abajo al decir de Antonio Machado bajo el cielo azul de la infancia. Sus ex compañeros de los estanques de barro de su más tierna infancia, jugadores del Juventud Tamaraceite y Porteño con los que compartió su adolescencia y primera juventud. Su descubridor el viejo Cabuco, con su boina negra, dándole sus primeros consejos. No podemos olvidar su querida UD Las Palmas con los que vivió sus momentos estelares de mayor esplendor, sus familiares y amigos, en especial sus padrinos que le criaron D. José y Dña. Flora, por los que Juanito Guedes sentía verdadera devoción y su amada madre. Juanito Guedes estará ahora en el ecuador de lo vivido y desconocido y cada día su figura se irá mitificando, incrementando y atomizando con la rumorología y las leyendas acróficas. Es lo que realmente subyace cuando después de dejar toda materia y ropaje y ya desposeídos de todas las adversidades y frustraciones de la vida terrenal nos adentramos en el dominio de lo absoluto, en la búsqueda de lo sublime o ineflable, en el espacio universal. De nuevo el fútbol volvía a entrar por los cauces de un genio y se apoderaba de una época. Tenía solo dieciocho años cuando de las filas del legendario Porteño, club ennoblecido por un pasado histórico, salió encumbrado hacia la fama consagrándose como la figura indiscutible de su tiempo. Era alegre, responsable y generoso con la vida y tenía todos los ingredientes que requieren los mitos. Y aunque dada mi dañada retina ya mis ojos no puedan ver aquel puro destello que en mi advenimiento de adolescencia y primera juventud me deslumbraba, no obstante, aún puedo detectar aquel potencial mitológico que encarnaba su figura: juventud, aura, gloria, fama, vulnerabilidad, ternura, heroicidad y una sombra de fatalidad perfilando su vida: Hoy Juan Guedes es ya una leyenda de ESPAÑA. 

Texto elaborado e imágenes cedidas por Antonio de Armas, consejero e historiador de la UD Las Palmas.