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Historia

Dedicado a Pascual Calabuig, el más popular de nuestros locutores

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DEDICADO A PASCUAL CALABUIG EL MÁS POPULAR DE NUESTROS LOCUTORES

 

Entre las contadas figuras periodísticas que escriben en Gran Canaria desde antes de la fundación de la UD Las Palmas se encuentra Pascual Calabuig Porcal. Este valenciano de nacimiento y canario de adopción ha llegado a ocupar no sólo un importante hueco en los medios radiofónicos, Prensa y TV, sino también en el corazón de todos los aficionados canarios.

Su estilo muy particular y su facilidad de expresión, transmitiendo sentimientos y sensaciones aún son recordados por los más viejos seguidores, y por los hijos de éstos, a quienes pasaron el testimonio de aquellos históricos y emocionantes momentos en que Canarias, a través de la UD Las Palmas, se incorporó brillantemente al fútbol nacional.

Carnet de socio numerario del Club Peña Ateneo Los Amigos  (PALA). Nº 1563.

 

Desde su tribuna crítica, transmisiones y comentarios, llevando siempre la palabra de aliento y estímulo y fortaleciendo el espíritu de combate y superación de las generaciones que vivieron esos años de su labor informativa por la radio, más aún todavía, cuando en 1964 introdujo también, junto a la palabra, su propia imagen en cada hogar de las islas durante sus veintitrés años de locutor y redactor de TVE.

En su dilatada trayectoria como locutor, contó como nadie las grandes gestas de nuestro equipo representativo, circunstancia que le reportaría una gran popularidad. El enorme don de su verbo enjuiciando y enalteciendo los logros de nuestro venerado club no quedaba solamente en las islas, pues servía también para los canarios residentes en la península a través de su titularidad informativa de Carrusel Deportivo de la Ser, primero, y después en Tablero Deportivo y Gaceta de los Deportes en Radio Nacional de España.

El redactor deportivo Pascual Calabuig en compañía de los hermanos Junco cubriendo la información del equipo amarillo en el Estadio Insular.

 

En este apartado sobre la historia de la UD Las Palmas sería imperdonable no incluirle como uno de los pilares fundacionales que ayudaron a consolidar con su difusión, nuestra querida institución.

De origen valenciano, en tiempos en que las islas quedaban muy distantes, decide Vd. recalar en Gran Canaria. ¿Cómo transcurrieron sus primeros años en la región levantina y qué circunstancia le hizo tomar tal decisión?

-  Nací el 15 de octubre de 1924 en Cabañal de Valencia, uno de los poblados marítimos junto al puerto y la playa. Mi padre, D. Jaime Calabuig Burguete, desde muy temprana edad me inculcó su gran pasión por el fútbol llevándome al campo del Camino Hondo que era propiedad del Levante. Recuerdo que por aquellas fechas jugaba en este equipo Sinforiano, leyenda viva del RC Victoria. Vivía tan cerca de la playa y había tantos solares que en cualquier parte organizábamos un partido de fútbol, teniendo desde muy pequeño gran velocidad y destreza con el balón.

Sinforiano.

El popular locutor en compañía del Sr. Aguiar y el interior argentino en las filas del Real Madrid Roque Olsen, durante una entrevista para la emisora Radio Las Palmas.

 

Al estallar la contienda civil nos trasladamos al Machistre y otras localidades próximas, tratando de huir de los bombardeos que constantemente asolaban la región.

Al finalizar la guerra fallece mi madre y tengo que abandonar el colegio para ayudar a mi familia. Contaba sólo con 15 años de edad y aquella circunstancia representó un duro golpe para mi innata vocación a los estudios y mis inclinaciones literarias. La vida se presentaba muy amarga y dura, viéndome obligado a realizar trabajos como albañil, camarero, cordelero, etc… Era tanta mi afición a la lectura que el poco dinero que me sobraba lo invertía en comprar libros haciéndome con una pequeña biblioteca de bolsillo.

En una concentración de nuestro equipo en el Hotel Cairasco cambiando impresiones con el guardameta Pepín.

 

En aquellos tiempos adquirieron gran auge y popularidad las novelas por entrega de un semanario. Dado que muchas de las personas de aquel barrio marinero no sabían leer ni escribir me eligieron como lector de aquellas novelas transmitiendo con énfasis y gran emoción la caracterización de cada personaje. A cada uno trataba de darle su propia entonación creando un ambiente de expectación en los concurrentes.

En el año 43 soy llamado a filas siendo destinado a San Fernando, cuartel de marina. Se daba la circunstancia de que mi hermano Jaime se había incorporado al Servicio Militar tres meses antes y le había correspondido Canarias, solicitando mi traslado a las islas.

Pascual Calabuig en unión de los jugadores del Atlético de Bilbao Zarra, Panizo, Venancio y Nando una mañana de domingo a la salida del Hotel Parque en dirección a la Iglesia de San Telmo para asistir a misa.

 

Llega Vd. muy joven a la isla incorporándose a la Comandancia General de Marina ¿Cómo toma Pascual Calabuig contacto con los medios de difusión?

- Arribé en la isla de Gran Canaria en marzo del 44 siendo destinado al cañonero Lauria y de allí a la Comandancia General en la Plaza de la Feria que estaba junto al mar.

Comandancia de Marina de Las Palmas de Gran Canaria.

Como no tenía apenas estudios dada la situación que me había tocado vivir en valencia y las necesidades familiares, recuerdo que en La Marina me pasaba el día estudiando. Para paliar en parte mi vocación de escritor comencé a mandar pequeñas cartas al periódico Falange de donde guardo emocionado recuerdo para Vicente Martínez, Paco García Torres y el Director Ignacio Quintana.

El periodista del periódico "Falange" Vicente Martínez.

 

Al mismo tiempo escribía una novelita todas las semanas a Juan Alberto Monzón en Radio Las Palmas que tenía un cuadro de actores que la interpretaba, teniendo un rotundo éxito.

Pascual Calabuig es entrevistado por el joven defensa murciano Marcial para una sección del boletín informativo de Ramón Mariño Mirazo, "Moncho", denominada el entrevistador entrevistado.

 

Pasados estos años iniciales y una vez cumplido el Servicio Militar dirige Vd. sus pasos hacia el periodismo deportivo.

Cuando me licencié de la marina en el año 47 yo no tenía trabajo. Meses antes había decidido presentarme a oposiciones para Secretario de Parques y Talleres del Ejército en la calle Pelayo de Guanarteme, siendo el único opositor aprobado. Echando en suerte si volver a Valencia o quedarme en la isla donde tantos y tan buenos amigos había hecho, decidí quedarme.

A pié de campo con el gran locutor José Verdú durante una retransmisión deportiva en el legendario Estadio Insular.

 

Empecé con un sueldo mínimo y viviendo con muchas estrecheces. Primeramente me hospedé en una habitación que encontré, ubicada en el Risco de San Nicolás detrás del viejo Cine Hollywood, luego denominado Avenida.

Cine Hollywood, con posterioridad   Avenida.

De allí pasé a una pensión situada en lo alto de de los Almacenes Lantigua, al lado del Teatro Pérez Galdós para trasladarme finalmente al Barrio de Las Alcaravaneras donde senté raíces. Allí alquilé un cuarto en la azotea de una casa habitada por la familia Padilla Pineda. Esta última ubicación era la más cercana a mi trabajo, que alcanzaba a pié después de una caminata sobre las dunas de arena que arrancaban de lo que después sería el Estadio Insular, hasta Guanarteme desembocando en la calle Pelayo donde estaba, como referencia, la fábrica de cigarrillos "El Avión" y las entonces famosas "40 Casas", bloque de viviendas donde nacieron los hermanos futbolistas de la UD Las Palmas, Manolín y Tatono.

Los críticos deportivos Antonio Lemus, Martín Moreno, Andrés Ruiz y Miguel Jiménez Marrero son entrevistados para los micrófonos de Radio Las Palmas por Pascual Calabuig.

 

Antes de tomar responsabilidades directas en la información, entré a colaborar en los desaparecidos semanarios deportivos, Palestra y Canarias Deportiva. En este último figuraban como redactores Antonio Ayala y Martín Moreno. Allí escribiría, poco antes del primer ascenso de nuestro equipo, un artículo justificando el nacimiento de la UD las Palmas titulado. "Por qué ha sido así", que era un preludio de lo que iba a representar la grandeza de nuestro club. También recuerdo con especial cariño "Sin más título que el adiós", artículo que escribí cuando murió el primer jugador amarillo en activo Antonio Vieira, cuyo entierro fue multitudinario.

Nota de la UD Las Palmas, presentando excusas al redactor deportivo Pascual Calabuig por el comportamiento de su jugador Rosendo Hernández motivado por un incidente que había tenido lugar en el Estadio Insular.

 

¿Cuándo ingresa Vd. en Radio Las Palmas?

En el año 50 vino Ignacio Hilario De la Mota como jefe de programación a Radio Las Palmas. Esta emisora situada en la calle Triana había tenido como locutor deportivo al popular y entrañable Florencio Bethencourt apodado con el sobrenombre de Juan Gol, y estaban buscando un sustituto para su programación deportiva.

El Sr. De la Mota me llama para hacerme una prueba ya que según sus propias palabras le habían impactado mis artículos y mis breves apariciones en la radio. A la hora de leer siempre procuré vocalizar con propiedad, cuidar la dicción y entonación y sobre todo hacer énfasis en la puntuación y exclamación. Después de pasar la prueba con relativa facilidad debuté en una charla  prepartido que iba a tener lugar en nuestra primera confrontación liguera contra el Real Madrid en Primera División el 9 de septiembre de 1951.

Carta de la entidad amarilla solicitando la debida autorización para retransmitir la radiación del encuentro entre el club isleño y el FC Barcelona a través de la emisora Radio Las Palmas en la voz de su locutor deportivo Pascual Calabuig.

 

Después de transmitir la radiación de aquel mítico partido Pascual Calabuig se encumbra de forma meteórica hacia la fama. Su particular visión de hacer radio constituía un cambio de estilo y forma de enfocar los problemas con un gran humor y picardía, que le granjearía una enorme popularidad.

-  El aficionado canario comenzaba a disfrutar de las primeras retransmisiones desde la isla. Para oírlas, cientos de personas se agrupaban en plazas donde preparaban altavoces para el evento. Otros, las escuchaban desde sus propios hogares donde mi voz se hizo muy familiar.

Carta de la UD Las Palmas firmada por su presidente D. Eufemiano Fuentes en agradecimiento a la labor realizada por el locutor deportivo Pascual Calabuig.

 

Su fama fue adquiriendo mayor auge día a día y su presencia despertaba gran expectación en todos los lugares donde actuaba. Tan importante como inolvidable fue aquella época para Pascual Calabuig.

Teniendo en cuenta su gran éxito y popularidad en Radio Las Palmas causó enorme impacto y extrañeza su repentina decisión de abandonar dicha emisora para incorporarse a Radio Atlántico…

-  Yo había estado trabajando de forma ininterrumpida durante varios años y necesitaba urgentemente un descanso. En mi segunda temporada en la radio tenía una charla diaria al mediodía y también me había presentado a otra oposición a Maestranza de Marina que alternaba con Parque y Talleres y mi trabajo en las ondas. Cuando llegó el momento de mis vacaciones decidí ir a valencia a ver a mi familia y regresar el día diez de septiembre. El director de la emisora D. Pedro Pastor Segura me hizo saber que debía estar de vuelta el día primero para incorporarme al trabajo o se veía forzado a cesarme en mis funciones. Aunque comprendía las razones de programación del Sr. Pastor entendía que me asistía la razón y no me dejé convencer.

Por aquel entonces comenzaba a gestarse Radio Atlántico y su director D. José García, que era procurador en cortes, me hizo una buena propuesta. El Sr. Pastor Segura, al enterarse, se trasladó a Valencia donde yo disfrutaba de mis vacaciones, hospedándose en el Náutico. Una vez allí intentó convencerme de mi error en firmar con la nueva emisora y reconsideró su postura sobre la fecha límite de mis vacaciones. Cuando bajaba las escaleras del barco Villa de Madrid aquel 10 de septiembre de 1953 me encontré con los directivos José Julio Quevedo y el locutor Tomás García, quienes me introducirían en un taxi que me llevaría a mi nuevo destino: Radio Atlántico. Después de una entrevista para la radio me ofrecen la Jefatura de Deportes pasando de ganar 150 pesetas a cobrar un sueldo de 1000 pesetas mensuales ¡Todo un dineral para la época!

Villa de Madrid.

 

Carta del locutor deportivo de Radio Las Palmas Pascual Calabuig, dirigida a los rectores del club amarillo puntualizando sobre las cifras de la deuda contraída por la entidad y el motivo de sus manifestaciones.

 

A mediados de los años cincuenta se hace tremendamente popular en toda la isla la frase ¡Pues no faltaba más, buenas tardes! con que Vd. terminaba su charla radiofónica. ¿Cuál fue el origen de la misma?

- Yo siempre he tratado de captar la atención del oyente; estimular su capacidad de sorpresa. La gradación ascendente había venido antes con una aseveración tajante y fuerte. Era entonces cuando empleaba aquello de ¡Pues no faltaba más, buenas tardes! Aquella admiración se hacía para darle un mayor énfasis. Cayó tan bien esta afirmación en los radioyentes que la central quedó completamente bloqueada de llamadas. Al no poder competir con nuestra emisora Pedro Pastor Segura, director de Radio Las Palmas, se vio obligado a traer otro locutor deportivo. Un excelente profesional que había venido de Jerez y se llamaba José María Ayaso.

José María Ayaso.

Es obligado significar que en lugar de ser un competidor se convirtió en uno  de mis mejores amigos. Sentía hacia él un profundo respeto y reconocimiento y nuestra sincera y leal amistad duraría hasta su fallecimiento. José María Ayaso dada su gran fluidez léxica era un excelente comunicador. Había llegado a la isla de Gran Canaria en la temporada 1953/54 y desde un primer momento se supo ganar la admiración de todos los canarios.

Teníamos muchas afinidades deportivas y artísticas e incluso solíamos almorzar juntos en el Bar "Las Tres Palmas" que estaba situado en la calle Bravo Murillo y era propiedad del padre de D. Miguel Bravo de Laguna, en la actualidad Presidente del Cabildo. ¡Cómo cambian las cosas!

Locutores de la profesionalidad y calidad humana de José María Ayaso ocupan un lugar preponderante en la historia de la radiodifusión canaria.

Edificio de la Delegación de Sindicatos donde comenzaría la emisora sindical Radio Atlántico.

 

Retrotrayéndonos en el tiempo se comenta que desde que llegó a la isla en 1944 formó Vd. en equipos regionales como jugador y directivo…

- Efectivamente, Ramón Mariño Mirazo (Moncho) a la sazón Sargento de Infantería de Marina era quien se encargaba de formar el equipo de fútbol de La Marina de Guerra Española que se enfrentaba a buques de la armada extranjera. Los partidos se jugaban en el Pepe Gonçalves, cuartel general del Real Club Victoria. Viéndome jugar en sus encuentros, me requirieron directivos del Iberia del Risco y posteriormente del Unión Betis de La Isleta.

Ramón Mariño Mirazo (Moncho).

Así pues, mi intrusión en el fútbol isleño no fue como periodista sino como jugador, dentro de la modestia de los clubes llamados adheridos de entonces. También como componente de la Directiva de uno de los equipos de gran solera en la isla como era el Santa Catalina por el que pasaron tantos y tan buenos futbolistas de la época como Silva, Mujica, Hernández Juanono…

Equipo del Santa Catalina. Re izquierda a derechs, de pié: Acevedo, Archa,Monza, Lobito Negro, Castillo, Semín Juanono, Acosta y Juanito (Secretario).

Agachados: Milito, Antonio (Platero), Matías, Chopa y Pepe El Mocosit.

 

¿Cómo fueron sus relaciones con la UD Las Palmas?

- La sede social amarilla era como mi propia casa. Yo siempre he tenido un trato respetuoso con los mandatarios de la entidad porque soy consciente de la dificultad que representa dirigir un club. Ello no ha sido óbice para que en algunos momentos haya tenido que censurar determinado tipo de actitudes o comportamientos. Recuerdo en los inicios algunos "chispazos" con D. Antonio Mesa, abogado de profesión y muy inflexible en sus criterios. Pero en líneas generales, el club siempre tuvo con mi persona un trato excelente. Un detalle significativo era un viaje de regalo todos los años acompañando al club. Igualmente, en las fiestas navideñas me obsequiaban con una maravillosa cesta que enviaban a mi propia casa.

En la imagen, Pascual Calabuig en la actualidad posando para la cámara a las puertas de donde estaba ubicado el semanario "Canarias Deportiva".

 

Hay quien se permitía decir que Pascual Calabuig tuvo la suerte de aparecer en una época en la que no había nadie para competir pero los que han seguido su trayectoria a través del tiempo, han podido comprobar que este ángulo ha correspondido a quien aglutina quizás la mayor simpatía y respeto entre el pueblo llano, un reconocimiento ganado a pulso en todos los medios de difusión, incluyendo el de TVE de la que es pionero y con la que llevó las imágenes de nuestro equipo a la atención nacional.

 

Según se recoge en el libro de actas la UD las Palmas invita por unanimidad al locutor deportivo Pascual Calabuig a la radiación del partido frente al Mestalla a celebrar en Valencia en agradecimiento a su encomiable y eficiente labor en beneficio de nuestro equipo representativo.

 

Él mismo dice que no vino a Gran Canaria como profesional en 1951 a enseñar nada sino que vino en 1944 como marinero, a cumplir sus obligaciones con la patria y aquí entre el pueblo canario aprendió y se curtió. Por eso el nombre de Pascual Calabuig está intrínsecamente unido a las primeras hazañas de nuestro club, hazañas que rayan en lo sublime y que sólo él, como auténtico juglar de la realidad, pudo transmitir con especial emoción, afecto y devoción.

¡Pues no faltaba más!

 

 

CUENTO DE LA VIDA REAL.

PARA LA AFICIÓN: PARA LAS AFICIONES

PASCUAL CALABUIG

 

 Vivía Agustín en un barrio pobre de la zona trabajadora del Puerto de La Luz, La Isleta, de donde tantos jugadores famosos habían salido en Gran Canaria.

Bahía del Puerto de La Luz.

Él había jugado al fútbol; no fue muy bueno, pero sí decidido y fuerte, era, como decían en su barrio, de los de "rompe y raja".

Su equipo era también modesto, de nombre extranjero (Racing) y con un entrenador que cuando veía perder a su equipo, si acaso era acogotándole con dureza, solía dar el grito de ¡bandera negra! Entonces sus jugadores se transformaban de tal manera que aunque no ganaran se convertían en gigantes de la fuerza y de la rabia.

En aquel tiempo parecía que el fútbol canario no era español porque no intervenía en competición nacional alguna, aunque, sorprendentemente, había ya jugadores de las islas en la selección nacional. Y es que había una disposición especial para este deporte.

Sabía Agustín que, aún iniciado aquí el fútbol con titubeos en 1905 por Alberto Seco, quien lo fortaleció e hizo arrancar fue el grancanario José Gonçalvez García, cinco o seis años después. Éste trajo su propósito desde Inglaterra y trajo también de su época de estudiante en Londres, un color de camiseta que se le había metido en el corazón (el blanquinegro del New Castle). Y con el amor a esos colores, al universitario grancanario le acompañó, en su regreso a la isla, el respeto y admiración hacia la reina inglesa. Por eso al crear un equipo aquí en su barrio lo vistió del New Castle y lo bautizó como victoria.

Pepe Gonçalves.

De esa forma nació lo que sería, junto al Marino y su principal adalid Eliseo Ojeda, la pareja de equipos sobre la que se fundamenta la parte más importante de la historia del fútbol organizado en la isla.

Eliseo Ojeda.

Y viene a cuenta esta referencia en la historia de Agustín, mi protagonista, porque él, que jugó en un equipo modesto, era al mismo tiempo, seguidor del Victoria, que figuraba en categoría superior. Y también porque enlazan nuevas circunstancias, que como eslabones de una cadena, veremos que siguieron hasta el presente.

Agustín, además de ese comienzo de su club blanquinegro, tenía sabido que, aún no participando en competición nacional, hombres que pasaron por el que después sería su Real Club Victoria habían sido captados, no sólo por equipos peninsulares sino también por la selección nacional.

Fue el Victoria, el primer equipo canario que visitó como tal la península enfrentándose al Sans en Cataluña, y los jugadores de aquella expedición José Padrón, Oramas y Rafael González fueron fichados por el Español tras haber visto su forma de jugar; no fichó también José Ortiz porque éste no accedió.

El RC Victoria en la época dorada del club.

Después de esto, José Padrón resultó ser el primer canario internacional. Y para redondear el hito histórico, cabe añadir que ese internacionalato fue ocupando el puesto que había dejado vacante el bilbaíno Rafael Moreno Aranzadi, hombre recordado permanentemente en el fútbol nacional español a través del trofeo más apetecido porque se creó para premiar el lance supremo del fútbol como es el gol. El citado Rafael Moreno Aranzadi no era otro que PICHICHI.

El malogrado jugador del AT. De Bilbao Rafael Moreno Aranzadi (Pichichi).

El fútbol, desde su comienzo en Canarias era algo que atraía y que además practicaban con especial disposición los canarios.

¡Qué técnica y entrega tenía su campeonato regional que yo mismo vi en los años 40 y comparo con el de estos tiempos! En cambio, sólo existía como vivero. Ignoraba la posibilidad de participar en bloque en el concierto nacional español; así hasta 1949, cuando, por contrasentido, ya eran famosos en toda España jugadores como Padrón (El Sueco), Ángel Arocha, Juan Marrero (Hilario), José Pérez, Gabriel Jorge Sosa, Francisco Campos, Luis Valle, Rosendo Hernández, Martín Arencibia, Alfonso Silva, Luis Molwny, Rafael Mujica y muchísimos más. Si quedan citados sólo éstos es porque, además de fichar en grandes equipos ya eran internacionales en esa fecha.

Hilario Marrero.

Pacuco Jorge.

Luis Valle.

Alfonso Silva.

La lucha de Canarias para conseguir plaza en competición nacional, merece sin duda un premio y un reconocimiento.

En aquel entonces el fútbol tenía puertas de acceso para grandes y pequeñas ciudades peninsulares que mostraran interés y tuvieran organización, y, sobre todo, jugadores para participar. Sólo tenían que demostrarlo y ganar puesto en las competiciones. Para Canarias y los canarios resultaba más difícil. Los 2500 kilómetros de lejanía aún no tenían antídoto de adecuadas comunicaciones. Pero no era su fútbol del todo desconocido; alguna visita esporádica de clubs españoles como el Betis que fue el primero en 1921 y dos años después el Real Vigo con dos internacionales en sus filas como eran Otero y Ramón Domínguez, o de extranjeros, cuya primera visita fue la del Raith Rover. O a través de la presencia de isleños en la península como soldados de la patria, unido a los chivateos de quienes les vieron  por aquí en sus viajes comerciales, permitieron su conocimiento. Por eso no pocos equipos de la metrópoli tenían isleños en sus filas antes de que el fútbol canario participara como tal en competiciones peninsulares. Es muy larga la relación de quienes lo hicieron de forma individual.

Afloraban futbolistas en campos y solares canarios, pero acababan echando raíces fuera de las islas. Pero… ¿Y si optaran a la participación nacional comenzando por la división a que se les obligaba en principio? Así lo planteó un grupo de figuras relevantes del deporte isleño. Y obtuvieron el permiso. Sólo tendría acceso a ese camino aquel que se proclamara campeón en una y otra provincia canaria.

Aquello, que despertaba ilusiones, generó también lágrimas de sentimiento. Se proponían hacer un equipo que aglutinara el entusiasmo de un pueblo entero. Y no se podía ir con migajas y peleas de barrio; por eso se hizo fusionando intereses de los cinco equipos de la élite del fútbol grancanario como eran MARINO, VICTORIA, GRAN CANARIA, ATLETIC Y ARENAS.

Marino Club de Fútbol.

Real Club Victoria.

Club Deportivo Gran Canaria.

Atlético Club.

Arenas Club.

 

Cada uno de los fusionados, además de su personalidad, tenía un núcleo de fieles seguidores, dispuestos, como en todas partes, a desgañitarse y a poner lo que fuera por su club. Pero en lo sucesivo iban a ser sólo una parte dentro de la UD Las Palmas que nacía a la sazón. Y todo fue sobre ruedas al lograr pasar con éxito las capas que le separaban del cielo futbolístico. Ganó, como estaba preparado, el campeonato local, luego una liguilla de ascenso a Segunda luchando con Ceuta, Melilla, Tenerife, Imperial de Murcia y Toledo, después ganó el derecho de promoción a Primera, y finalmente el ascenso a la división de honor, todo ello de corrido y sin pausa, temporada tras temporada. Y siguió su carrera con desigual suerte en el ir y volver aunque, eso sí, sumando muchas temporadas en Primera donde incluso por dos veces estuvo en el rellano de la escalera para ser el mejor de España, que una vez como sub-campeón de liga, otra como sub-campeón de La Copa del Generalísimo, aparte de sus incursiones en competición europea, hasta ahora, que está en 2ª. Todo eso lo sabía y comentaba Agustín, y yo, que lo conocí y confraternicé con él, escribo pensando en el funeral de este mismo victorista de nuestra historia que casi acaba de morir trayéndome al alma y al sentimiento un recuerdo y una reflexión. La que me conduce cada vez más a pregonar que en el fútbol la más importante y poderosa razón de futuro está, más que en ninguna otra cosa, en las aficiones… los aficionados.

De hombres como Agustín está la España futbolística llena.

Él había llorado la desaparición del Real Club Victoria del que era forofo antes de la fusión, pero, como los demás, encontró la compensación en aquel otro, la UD en cuyo escudo, grande por nacional figuran también los de los regionales que sacrificaron su existencia. Fue el trueque que trajo penas y glorias, penurias económicas y esfuerzos para combatirlas. Aquella circunstancia propició decisiones federativas tales como las de confeccionar un calendario en el que el equipo canario, ya amarillo, jugara dos partidos fuera seguidos y otros dos dentro para evitar que éste hiciera tantos viajes a la península, entonces difíciles, costosos, pesados… viajes contra los que protestaron no pocos equipos peninsulares, aunque ellos tenían que hacer solamente uno cada temporada.

En barco no se podían hacer los desplazamientos porque se tardaban 72 horas en llegar a Cádiz, puerto más cercano, para luego partir hacia Madrid, Barcelona, Valencia o donde fuera. Y en avión, aún siendo más corto, era igualmente largo, cinco horas con escalas técnicas no siempre previstas, tensiones, peligros con aquellos Junkers de hélice, "las pavas", que los más viejos recordarán como bombarderos de la guerra española, y en los que yo mismo viajaba para realizar mis primera retransmisiones por radio.

Ese era el comienzo futbolístico de la España Atlántica que a través del esfuerzo de sus gentes iba a enriquecer, como enriqueció, el campeonato español del fútbol. Lo demandaban sus futbolistas empecinados en rebelarse contra la soledad de su campeonato regional, y también sus directivos, seguidores empeñados cada semana en hacer patente su existencia. ¡Todos los esfuerzos eran pocos después, para arropar el proyecto de la Unión Deportiva y su defensa!

La pasada semana fue la despedida de Agustín, aquel que conmigo, vio pasar por sus ojos de aficionado de siempre a los más queridos ases del fútbol nacional y, sobre todo, a los ídolos canarios de quienes todavía se habla, formando el equipo de oro de la historia.

Se contribuyó durante 47 años, desde 1949, a que ni el club se hundiera, ni el calor de la afición bajara un solo punto.

Él vendió números de las rifas y tómbolas organizadas por el club en el parque entonces internacional de Santa Catalina, en épocas malas pretendiendo hacerle salir de su impotencia económica.

Él se hizo y se mantuvo como socio hasta la muerte.

Y asistió a los partidos benéficos.

Él compró, casi sin poder, acciones del Club SAD.

Y pagó derramas.

Él presenció los partidos de gloria en las grandes clasificaciones y de profundo pesar en los descensos.

Gritó alegría y protestó errores. Pudo faltarle a veces el dinero para cualquier otra necesidad personal y hasta familiar, pero jamás dejó de cumplir su parte de compromiso voluntario con la sociedad.

Falló por enfermedad a su trabajo más de una vez, pero nunca a la cita del estadio en los partidos oficiales, y, menos aún, a los homenajes de agradecimiento hacia figuras que eran baja por vejez para el fútbol, aunque muy jóvenes aún para la vida. Y se alegraba, sin envidia, al saber que el homenaje había supuesto para fulanito tantos millones de pesetas por sus años de servicio al club, que siempre fueron menos que los suyos.

Él nunca pensó, como no piensa ningún aficionado, mirando a sí mismo, y olvidó sus años haciendo cola en las taquillas de entrada módica donde tenía su puesto, ni en los remojones de las jornadas lluviosas.

La pasada semana el cuerpo de Agustín se redujo a cenizas de forma sencilla, sentida y pobre, aunque común, porque ni la tierra de las fosas o las llamas de la incineración tienen desigualdad visible.

Formación legendaria de la UD las Palmas, que en sensacional encuentro venció al CD Málaga, consiguiendo el primer ascenso a la División de Honor. De pié: Pancho Viera (portero suplente), Juanono, Elzo, Yayo, Castañares, Montes y Juanito Gil (masajista). De rodillas: Manolín, Polo, Tacoronte, Peña, Cedrés y Tatono.

 

Pocos son los que se han enterado de su desaparición. Si acaso, los vecinos de localidad en el estadio que no le verán el próximo partido. Si acaso los viejos veteranos que nos acordamos de cuando él jugaba en el Racing. O de cuando coincidíamos en el viejo campo del puerto aplaudiendo a aquel equipo que creó Pepe Gonçalvez con los colores de un club inglés (New Castle) y con el nombre de una reina (Victoria).

Hemos comenzado contando que con ello se organizó seriamente el fútbol en Gran Canaria, Agustín llegó a vivirlo como era, conmigo en los años 40. Después, ya con el equipo amarillo, Canarias entró en el fútbol nacional de Primera y él también lo vivió colaborando fielmente, hasta la semana pasada en que se convirtió en cenizas. Casi medio siglo. Nadie pensó, ni pidió, ni siquiera lo piensa, un homenaje para él. Sería inútil cuando ni siquiera se pudo cumplir su último deseo, el de que aventaran cenizas suyas sobre el césped del Estadio Insular en un día de partido. No pudo ser oficialmente. En cambio, uno de sus hijos, con máquina fotográfica en mano y mezclado entre fotógrafos sin serlo, entró en la cancha hasta el centro como, para hacer fotografías. Por cinco veces se llevó la mano al bolsillo, y emulando a un labriego, cumplió el deseo paterno al sembrar cenizas como quien siembra trigo. Parte de sus cenizas están, pues, allí, donde él quiso.

Quizá cuando al sembrador de ahora le toque marchar como marchó su padre, tenga el mismo deseo, y entonces, sus hijos, o sus nietos, emulen de nuevo al labrador, sembrando cenizas de fidelidad, de entusiasmo y de amor por algo tan sencillo y simple como es el escudo y los colores de un equipo de fútbol. ¡¡Esa es la afición aquí y en toda España!! Afición que se hereda, renueva y pregona. En este caso, para el canario a que nos referimos y para todos los canarios en general, era algo más porque con el escudo y colores del equipo actual iba el de los otros cinco que se fusionaron dándole vida.

Seguro que del fútbol y las competiciones se seguirá hablando mucho incluyendo homenajes a equipos y jugadores que mueren o se retiran, pero de vez en cuando, como se hace ahora en la despedida de un viejo victorista de la UD Las Palmas, no estará de más admitir públicamente que el más merecedor de homenajes, aquí y en todas partes, por su fidelidad a los escudos, a los colores y a la historia de sus equipos, es el aficionado.

¡SALUDOS Y ADIÓS

A TODOS LOS AGUSTINES DEL FÚTBOL!

 

SIN MÁS TÍTULO QUE EL ¡ADIOS!

 

 

                                             Antonio Vieira.                                                                                Pascual Calabuig

 

Cuando más animada, cuando más entera y unida por la alegría de una posibilidad de ascenso se encontraba la afición futbolera canaria, viene un doloroso trance a sumir por entero a una afición gozosa en el amargo acíbar de una dolorosa pérdida.

Vieira ha muerto. Vieira el hombre, Vieira el jugador, ha dejado de ser materialmente. Ninguna pena puede tener tan cariñosa expresión como lo ha sido el sepelio.

Hasta hace poco, todos unidos, hacían causa común con el aplauso a este deportista y a todos sus compañeros; ahora, hacen causa común también con el concurso póstumo a uno de los grandes jugadores que se ganó el mimo de la afición por su carácter y hombría…

Aturdidos aún por el desgraciado hecho, queremos interpretar el pensamiento de los deportistas. No es alguien que escribe, es un pueblo que palpita con celeridad pesarosa. No es una idea concebida, es el clamor del deporte local, que susurrante, cobra una muerte y dista con ello toda una concepción al efecto.

Es el primer resultado adverso en el seno familiar del equipo.

Ayer, fue su muerte… ayer, fue su entierro. Esa manifestación tantas veces tachada como reunión propicia al negocio… al encuentro del amigo ignorado. Muchos ojos áridos de lágrimas, ojos resecos, hechos a la materialidad reinante… a no humedecer, hánse puestos vidriosos, hánse enrojecido, han manado su lágrima de pesar en la convulsión emocional… en la crispatura de un instante nuevo y prolongado. Entre cientos de ojos así, bajo hombros fornidos de compañeros de equipo, entre el sollozo de los familiares acompañantes. Precedía el féretro a una masa que imaginativamente le abrazaba en su viaje posterior de despedida, y otra que desde las aceras clavaba su mirada entre los maderos rectangulares de su mortal encierro, pretendiendo ver por última vez a quien tantas otras vieron lleno de salud y fortaleza. 

  

 P. CALABUIG

 

 

Pascual Calabuig: verdadero difusor de nuestra memoria y el Premio Canarias en la modalidad de Comunicación.

Antonio de Armas.

De nuevo he querido volver a recuperar los paisajes olvidados de mi infancia y primera adolescencia; los escenarios de aquella Tafira rural y nuestro semanal itinerario hacia aquella levítica Vegueta donde se encontraban los dos centros de enseñanza más relevantes: el confesional San Ignacio de Loyola y el laico Viera y Clavijo.

Panorámica de Tafira Alta (Monte Lentiscal).

Como muchas generaciones de familias a lo largo de los años, el escenario no difería de forma sustancial.

De regreso al colegio, bajando la carretera antigua del centro bordeada de robustos eucaliptos, había una cita obligada.

La emisora Radio Atlántico bajo la inconfundible voz del locutor deportivo Pascual Calabuig expandía sus ondas a todos los rincones de la isla, comenzando con el preámbulo de una marcha militar que nos enaltecía de emoción y aún resuena en nuestros oídos.

Decía Keats que la lluvia que ves y escuchas de niño es una lluvia de plenitud.

La niñez es tímida pero es donde hay más sensaciones almacenadas en tu memoria.

Pascual Calabuig, al igual que Proust formaba parte de nuestro paraíso perdido.

Recuerdo en mi más tierna infancia las risas de mi familia alrededor de la mesa a la hora del almuerzo con el humor rebosante de canariedad del entrañable locutor Florencio Bethencourt, "Juan Gol".

Florencio Bethencourt (Juan Gol).

Sin embargo el verdadero mesías radiofónico estaba por llegar.

El locutor deportivo valenciano y canario de adopción comenzaría en Radio Las Palmas. Su irrupción en las ondas fue como una epifanía marcando con su impronta y acusada personalidad una nueva forma de hacer radio.

Su programa deportivo alcanzaría cifras insospechables de audiencia jamás conocidas en todo el archipiélago canario, teniendo en cuenta el índice demográfico de aquellos años.

Su popularidad abrumadora y desbordante se apoderaba de una época alcanzando un potencial mitológico.

Pascual Calabuig.

Pascual Calabuig se convertiría en un fenómeno de masas y en el referente de toda una legión de seguidores que veían en él al ídolo que les aliviaba de todas las penurias de la aún cercana postguerra.

La emisora Radio Atlántico –época de mayor esplendor- era como un apéndice de su espacio vital.

La apacible, por aquel entonces, ciudad de Las Palmas, se convertía en esa franja horaria en un pasaje desierto pero de igual forma, en un mapa sonoro escuchando la voz del rey de los locutores.

A su timbre musical o tono de voz le acompañaba una dicción y entonación insuperables. Sus signos de puntuación y silencios eran de una precisión inusual en aquellos tiempos.

La musicalidad de su voz se expandía como un coro celestial a todos los hogares isleños.

Su temática y la elección de los campos semánticos constituían toda una novedad para la época, sabiendo imprimir al programa el contenido y el tempo de los grandes maestros clásicos: introducción, nudo y desenlace. La narración fluía hasta alcanzar un máximo paroxismo o gradación ascendente al pronunciar una frase contundente o angular que captara la atención del radio oyente y que simbolizaba toda su exposición narrativa –función conativa o apelativa del lenguaje- para finalizar con el popular anticlímax ¡Pues no faltaba más! Buenas tardes.

Pascual Calabuig siempre abogó por un verbo calmado y reflexivo donde, pese a no renunciar de su libertad crítica, sobresalía la consideración, el estímulo y respeto a los demás.

Con los deportistas y otros estamentos del club nunca dejó de cumplir con su obligación independiente y sincera pero intentando en todo momento aglutinar voluntades.

Muchas generaciones de canarios crecimos y soñamos al calor de aquella obertura militar que encabezaba su programa del mediodía, también con sus comentarios o entrevistas en vestuarios a todos aquellos legendarios jugadores que ya forman parte de la mitología futbolística insular.

Capítulo aparte eran sus retransmisiones de inolvidables encuentros de las que fue un auténtico pionero. Recuerdo de manera especial las de los años cincuenta o la consecución por primera vez en la historia del Campeonato  Nacional de Juveniles donde nuestros "diablillos amarillos"  harían morder el polvo de la derrota a la Selección Castellana en el estadio de La Condomina de Murcia.

Selección Juvenil de Las Palmas campeona de España en la temporada 1961/62. De izquierda a derecha, de pié: Santiago, Rafael, Paco, Mujica, Óscar, Lasso y Pedro. Agachados: Oramas, Martín, Germán, Lolín y León.

Sin embargo, sus crónicas  deportivas no se limitaban solamente al mundo del fútbol. Sus retransmisiones de veladas pugilísticas marcarían, igualmente, profunda huella siendo el enviado especial a los campeonatos de España amateur que se celebraban por toda la geografía peninsular narrándonos los logros de todos aquello pugilistas que darían tanta gloria al boxeo canario.

En el campo profesional no sólo se limitaba a radiar los combates sino a bautizar a aquellos deportistas del noble arte con sobrenombres que tan hondo calaron en los aficionados isleños, quedando inmortalizados para la eternidad: Cesáreo Barrera "El Bombardero del Puerto", Kid Tano "El Sordomudo de Arenales", Lelo Suárez "El Ídolo del Puerto", Carmelo García "Gancho", Salvador Domínguez "El Caballero del Ring", Miguel Calderín  Liria "Kimbo"…

Cesáreo Barrera

El Bombardero del Puerto.

 

 

Carmelo García Afonso.

García Gancho.

 

Lelo Suárez.

Fino estilista (Ídolo del Puerto).

Cayetano Ojeda Herrera "Kid Tano".

El Sordomudo de Arenales.

 

Salvador Domíngue Delgado..

El Caballero del Ring.

 

Miguel Calderín  Liria.

Kimbo.

 

No menos célebres fueron sus retransmisiones del campeonato de España de natación. Magnífica sería nuestra victoria ante el Barcelona con un equipo plagado de excelentes nadadores.

Este deporte tuvo su época de esplendor en la década de los cuarenta y principio de los cincuenta con Manolo Guerra, Alberiche, Jesús Domínguez, Pastora Martín o en los inicios de los sesenta con Julio y Jesús Cabrera Balsa, Eduardo Ley, José Mª Cossío, Rita Pulido, Arturo Lang Lenton…

Jesús Domínguez.

 

Todos ellos fueron  sabiamente caracterizados y el deporte de la natación llegó a alcanzar inmensa popularidad en la voz del maestro.

Mucho habría que comentar de la vuelta a las competiciones de la Vela Latina tras muchos años de olvido. En honor a la verdad nuestro conocimiento de este deporte por aquellos años era nulo. Pascual Calabuig no sólo nos retransmitía las regatas de aquellos primeros botes como el Porteño, Tomás Morales, Santa Catalina, Perico, Minerva, Muelle Grande, sino los entresijos de este deporte y la vida y obra de sus patrones, en aquellos años auténticos lobos de mar: Domingo Oramas, El Calafate, Ceballos…

Dos botes de Vela Latina de la época en dura pugna.

Tratar de enumerar en este artículo todas las especialidades deportivas divulgadas por Pascual Calabuig sería tarea ingente. Sólo pretendemos dejar constancia de su ardua e ímproba labor y la repercusión que ha tenido en el deporte canario en particular y en la masa social en general.

No debemos tampoco olvidar que todas estas radiaciones serían emitidas con posterioridad en imágenes a través de Televisión Española en Canarias donde él fue auténtico creador.

El tiempo ha seguido su inevitable curso. En el año 1998 del pasado siglo el cronista deportivo Antonio Lemus Del Moral, ya fallecido, fue premiado con el Premio Canarias, máxima condecoración que puede concedérsele a un ciudadano cuya labor a través de cualquier medio de comunicación impreso o audiovisual haya contribuido a difundir  y a profundizar en la realidad canaria, sus valores  propios y su conocimiento y proyección al exterior.

Nadie pone en tela de juicio los méritos contraídos por el prestigioso periodista tinerfeño y grancanario de adopción. Su sapiencia futbolística y singular forma de narrar dejaría indeleble huella en todos los lectores isleños que aún añoramos su popular artículo "Cada día" al margen derecho de la página deportiva.

Antonio Lemus nos dejaría una fría tarde en la Clínica Santa Catalina de nuestra ciudad, fechas antes del último ascenso a Primera División de nuestro equipo representativo ante el Eche CF en el Estadio Insular, quizás para irse en  búsqueda de prados más verdes y unirse a compañeros tan queridos como Quico Olivares, Martín Moreno, Ramón Mariño Mirazo (Moncho), Vicente Martínez…

El popular cronista, poco antes de caer enfermo, me confesaría en los archivos del club, lugar que frecuentaba casi todas las tardes, una revelación que le honrará siempre como persona: "Estimo, agradezco y valoro en gran medida la concesión de este premio que dedico a todos mis compañeros de profesión. En lo que a mí respecta y sin falsa modestia pienso que Pascual Calabuig es digno merecedor de este galardón por su impecable trayectoria a lo largo de tantos años y en tantas modalidades deportivas".

Antonio Lemus Del Moral.

Estas sinceras palabras de Antonio Lemus tuvieron como testigo de excepción a Carmelo Campos, toda una institución en la entidad amarilla, quien no sólo asentiría con la cabeza sus palabras, sino que auspició e instó a los allí presentes a proponer a Pascual Calabuig en nombre del club para el Premio Canarias de la comunicación.

Carmelo Campos Salamanca.

Fue el consejero Luis Valeriano González quien llevaría al Consejo de Administración dicha propuesta por primera vez, siendo aprobada por unanimidad por todos los rectores del club.

La UD Las Palmas forma parte de la memoria y educación sentimental de nuestra ciudad y es una de nuestras señas de identidad más representativas.

Difícil es pensar que otra institución sea capaz de congregar a 32.000 personas en torno a una identificación emocional.

Desde aquella reunión en la sala de juntas de la entidad amarilla siendo el club presidido por Ángel Luis Tadeo, la UD Las Palmas ha propuesto a Pascual Calabuig para el Premio Canarias en tres ocasiones sin resultado positivo.

Todos los representantes de los partidos políticos mayoritarios han patentizado su ferviente voluntad de que este deseo de los ciudadanos se vea cumplido y para ilustrar mis palabras sirva el brillante discurso de José Miguel Pérez en la presentación del libro del veterano locutor o las declaraciones de otros políticos de la oposición donde, dejando atrás fobias y filias, se han unido en esta causa común.

Periodistas y escritores acreditados a nivel nacional como es el caso de Gilberto Alemán o Juan Cruz le han tenido como auténtico referente, y sus compañeros de profesión le colocan en el pináculo de la historia de la radiodifusión en Canarias.

Juan Cruz.

Integrantes de la Asociación de Clubes Cívico-Culturales y Deportivos de Gran Canaria (ASOCLUB), fundada el 4 de mayo de 1999, que integran la mayor parte de instituciones de nuestra isla, ha visto dicha iniciativa no sólo con fervor y alegría, sino como un acto de verdadera justicia.

No obstante, hay misterios insondables que aunque llevados a cabo con la mejor intención, no logramos entender.

Pascual Calabuig ha permanecido en silencio demostrándonos una vez más que la elegancia se alcanza alejándonos de las tendencias estridentes.

El más popular de nuestros locutores deportivos se identifica con aquella frase del poeta caballero Bonald, al que por fin le fue concedido el Premio Cervantes: "me queda mucho pasado por delante".

Pascual Calabuig Porcal y su familia numerosa en su residencia de Gáldar.

Mi artículo no tiene una intención reivindicativa y mucho menos la de convertirme en un distribuidor de culpas.

A nadie se le esconde las dificultades que entraña para un jurado elaborar un proceso de selección y verse en la tesitura de descartar a infinidad de personas valiosas con igual número de méritos.

Sin embargo, desde la neutralidad que te da la racionalidad, y desde la sana intención de poder servir de alguna ayuda, nos agradaría significar y puntualizar las siguientes consideraciones:

a)    En un premio o condecoración de estas características, estimo debe primar la evolución diacrónica, es decir, la trayectoria en el tiempo del candidato y no el logro individual o momentáneo. No es lo mismo, por ilustrar con un ejemplo, un corpus literario como el que representa el conjunto de la obra galdosiana que la irrupción de un joven escritor aunque haya obtenido un best-seller.

b)    Es sustantivo y capital en esta modalidad de condecoraciones la edad del galardonado. Si nos remitimos de nuevo al Cervantes, al Premio Príncipe de Asturias o el Nobel  en cualquiera de sus especialidades, la mayoría de personalidades que los obtienen tienen una edad avanzada. Ello no implica que los demás candidatos no sean merecedores al premio, sino que en igualdad de condiciones, aquel que vive sus otoñales días pudiera no estar en un futuro entre nosotros o estar en condiciones precarias  al recibirlo.

Pascual Calabuig cumplirá 90 años el próximo mes de octubre y aunque vive una eterna juventud gozando de inmejorable salud física y mental el ciclo de las personas tiene un principio y un fin.

Parafraseando un conocido pasaje bíblico, los designios del señor son inescrutables.

c)    El premio Canarias fue configurado con la única finalidad de ser otorgado en vida.

Muchos canarios insignes como Francisco Morales Padrón, Romeu de Armas, Juan Marichal, José Miguel Alzola en la rama de historia o Antonio Lemus en el área de comunicación vieron cumplidos su sueño. Sin embargo, muchos otros quedaron en el camino debido al paso inexorable del tiempo.

No debemos olvidar que nuestros éxitos de hoy se deben en gran medida a los logros de aquellos que nos precedieron en el ejercicio de su heroica labor y hoy exhibimos con legítimo orgullo.

También deberíamos tener en cuenta que las personas que ostentamos algún cargo público somos meros depositarios de las voluntades de los ciudadanos. Es inútil secuestrar la voluntad popular ya que al final de los días esa luz de la verdad y justicia permanecerá eternamente en el firmamento.

Pascual Calabuig, que divulgó con absoluta honestidad todo el acontecer deportivo en nuestra ciudad, merece con creces el más fervoroso reconocimiento y nuestra gratitud más sincera.