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Primer equipo

1949, nace un sentimiento

La UD Las Palmas celebra hoy el setenta aniversario de su fundación, acordada el 22 de agosto de 1949 en Asamblea Magna. El Estadio Gran Canaria acogerá esta tarde, a las 19.00h, el acto principal de las acciones que el club se encuentra desarrollando con

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La Unión Deportiva Las Palmas nació como iniciativa del dirigente Manuel Rodríguez Monroy, vicepresidente de la Federación Regional de Fútbol, y que, con conocimiento de causa de la delicada situación que vivía el fútbol grancanario a finales de la década de los cuarenta, pergeñó una idea que cambiaría la historia. Una década después de la finalización de la Guerra Civil, conflicto que debilitó considerablemente la organización de campeonatos y la salud organizativa de los clubes, había serias dudas acerca del porvenir del balompié en Gran Canaria, al que la construcción del Estadio Las Palmas, luego Insular, cinco años antes, apenas había impulsado como se esperaba. Marino Fútbol Club, Real Club Victoria, Arenas Club y Club Deportivo Gran Canaria eran los escudos más señeros de la época pero atravesaban carestías y problemas diversos. Las distancias con la península, insalvables para sus economías, hacían imposible su integración en los campeonatos nacionales, lo que era una condena para los deseos de expansión, fundamental anhelo para la supervivencia. “El Gran Canaria, club al que pertenecía, estaba abocado a desaparecer, el Real Club Victoria estaba a dos velas y el Marino, en posición similar”, recordaba José Jiménez, miembro de la Ponencia de Fusión y componente de la primera Junta Gestora, a modo ilustrativo. “Gran Canaria, Atlético y Arenas dimos el sí inmediatamente a la propuesta de Rodríguez Monroy. Marino y Victoria, por su historia y masa social, pusieron más reparos”, detalló.

Pero lo cierto es que el dirigente impulsor de la unión, apoyado por Adolfo Miranda, presidente federativo de entonces, y los miembros de la junta directiva, siguió adelante, venciendo dudas, obstáculos y reticencias de la entidades mencionadas, algo que se hizo patente en la primera reunión celebrada en la sede de la Regional, en la Alameda de Colón, el 28 de febrero de 1949. Los presentes, que ya habían terciado sobre este particular de manera informal, consensuaron crear una suerte de equipo de trabajo, denominado Ponencia de Fusión, que cada lunes se reuniría para avanzar en la propuesta.

Tras más de un mes de deliberaciones, se tomó la primera decisión de trascendencia, delegando en Miranda y Monroy el traslado a la Federación Nacional de la propuesta de incluir en la Segunda División al equipo que unificaría los cinco integrados en esta plancha. El escrito remitido está fechado el 4 de abril. En primera instancia fue rechazada esta petición por ir en perjuicio de otros equipos y que alteraría la regulación de los ascensos. Con todo, un rayo de esperanza se abrió por la promesa de Ricardo Cabot, secretario de la Real Federación Española de Fútbol, de retomar su estudio posteriormente, como así sería.

“Los clubes poderosos de la península no apoyaban la idea de nuestra integración al fútbol nacional, ya que se surtían de grandes jugadores canarios a bajo precio, presionando a la Nacional para que se opusiera a nuestra petición”, razonaría convenientemente Luis Rivero al respecto.

El vocal de la Regional, Pelayo Gonçálvez, fue más lejos en sus explicaciones de las largas a las que se enfrentó la Ponencia en este particular: “La Real Federación Española de Fútbol y la Delegación Nacional de Deportes nos cerraron las puertas a cal y canto para un proyecto que decían era de locos. Desde las más altas esferas hubo quien ordenó que se nos dieran las oportunidades necesarias para que Canarias quedara integrada definitivamente en las competiciones nacionales y eso lo posibilitó todo”.

Y, efectivamente, el 6 de junio, Adolfo Miranda, desplazado a Madrid junto a Rodríguez Monroy, cursó un telegrama en el que se daba cuenta de la buena nueva con la aceptación del fútbol canario a la categoría estatal. “Creíamos que nos asistía el mismo derecho que a las Islas Baleares y zonas del Protectorado, y, a la vista de las dificultades razonables que nos exponían, sugerimos la idea de que se nos considerara como grupo de Tercera División. Nuestro proyecto fue acogido favorablemente y, a partir de la próxima temporada, los componentes de Las Palmas y Tenerife se incorporarán para jugar una liguilla de Tercera con los campeones y subcampeones de cada grupo para el ascenso a Segunda División”, expuso Miranda a su regreso a Canarias.

Esta aceptación impulsó la actividad de la Ponencia, que acordó la fusión del Arenas y Gran Canaria (que cedió su sede de Luis Antúnez, con trofeos y pertenencias) bajo la denominación “Unión Deportiva Las Palmas” como primera fase para la integración total, bajo el mismo escudo y nomenclatura, de las restantes tres entidades. Ahí ya comienza a andar la Unión Deportiva, a la que se cederían los jugadores que se consideraran necesarios para acometer el ansiado ascenso a Segunda División, conquista que, una vez certificada, implicaría la incorporación ya definitiva del Atlético, Marino y Victoria (estos dos últimos mantendrían sus sociedades recreativas independientes, limitando su fusión al ámbito futbolístico, a diferencia de las anteriores que sí desaparecieron completamente en favor del club representativo único).

Con todo, siguieron dándose unas diferencias notables entre los clubes que todavía no se había fusionado, con negativas incluso, a apoyar económicamente el arrendamiento del Estadio Las Palmas para que jugase sus partidos la Unión Deportiva Las Palmas en la temporada 1949-50, lo que motivó que Rodríguez Monroy, lamentando “la campaña obstruccionista para la creación de un equipo único”, convocara una Asamblea Magna el lunes 22 de agosto de 1949 en el domicilio social del Real Club Náutico con el objeto final de la constitución de la Unión Deportiva Las Palmas.

En esta asamblea, que concitó a los directivos de clubes, autoridades políticas y personalidades sociales de primera relevancia de la ciudad, se limaron las discrepancias anteriores. El 25 de agosto, en un artículo firmado por el periodista A. Palmada, y titulado “Ahora o nunca”, el periódico Canarias Deportiva reproducía estas reflexiones a propósito de la Asamblea Magna: “En la reunión que recientemente se celebró en el Real Club Náutico de Gran Canaria, quedó acordada, por unanimidad, la fusión de los equipos Gran Canaria y Arenas, a la que seguirá, Dios mediante, la de los restantes clubs, si, como se espera, se consigue salir airoso de la batalla que ahora se va a emprender (ascenso a Segunda). Tenemos, pues, equipo único, club representativo, no de una bandera, de partido, sino de una región que se ha cansado de vivir y revivir las viejas pasiones de grupo, para sumarse a concierto nacional y ser una potencia más. Ya no es el color determinado de un bando, ni la representación honrosa de un sector de población más o menos numeroso. Ahora es el prestigio de Gran Canaria, el porvenir del fútbol isleño, el esplendor futuro de nuestra región lo que se va a defender. Y, ante eso, no caben vacilaciones. Se es o no se es. Así, tajantemente, con firmeza.

El equipo único para hacer un papel que responda a las necesidades de la aspiración necesita y un cuadro potente de jugadores. Y en Las Palmas lo hay. En los diferentes equipos figuran equipiers, que, agrupados bajo unos mismos colores, pueden darnos la alegría de una mejora deportiva. Y esperamos que así sea, si en ellos se encuentra la misma buena disposición de ánimo que se ha hallado en los directivos todos, sin excepción. Que se puede ser negligente y hasta condescendiente cuando se trata del bando tal, pero esas posturas son inadmisibles cuando está de por medio el nombre de la patria chica, pabellón que, en toda España, ondea victorioso en las diferentes ramas del deporte.

Aunque circulan rumores que indican la posibilidad de ciertas resistencias aisladas por parte de algunos jugadores que pudieran creerse imprescindibles para la formación del equipo, nos resistimos a creer que nuestros paisanos, los jugadores que tienen condiciones y están en el momento a conquistar una gloria más para este pedazo de tierra perdido en el Atlántico, sean capaces de volver la cara a la hora de la verdad. Todos, sin distinción, los buenos y los menos buenos, deben disponerse a poner de su parte lo preciso para que este empeño se convierta en realidad.

Sabemos que los deportistas isleños, por encima de todo, dejando a un lado los intereses de más o menos, son capaces de todos los sacrificios en bien de su tierra. Y en ese concepto de deportistas no pueden quedar fuera los jugadores de fútbol, que han contribuido siempre a levantar y mantener inhiesto el banderín de Gran Canaria. A por la fusión y a por el ascenso a la Segunda”.  

Y cuatro días después, el 29 de agosto de 1949, el mismo rotativo publicaba las primeras declaraciones de José del Río Amor como presidente de la Unión Deportiva Las Palmas, copando la parte central de su portada la foto e impresiones del dirigente, lo que da cuenta de la relevancia social que ya se le daba al proyecto recién iniciado. A continuación se transcribe, en su literalidad y extensión, lo manifestado por el presidente fundacional.

 “Dado el amplio ambiente popular que el deporte del football ha alcanzado en nuestra patria, el entusiasmo que despierta en todas las clases sociales y el prestigio que proporciona a cada población la valía de su equipo representativo, he creído que no podía titubear en aceptar este puesto destacado y honroso para el que se me ha designado, sin otro mérito que el de poder servir en esta coyuntura de aglutinante y punto de coincidencia a todos los representativos de los clubes locales, cuyos jugadores mejores habrán de integrar el equipo de Las Palmas”.

“La conducta y la actuación de estos dirigentes, que han sabido anteponer en un gesto de abnegación -quizás por algunos incomprendidos-, al legítimo cariño por los nombres y colores tradicionales de sus clubs respectivos, el interés del deporte en sí y sobre todo el amor a la tierra canaria, sacrificando cualquier otra consideración al afán de crear el equipo mejor que poder enfrentar en las competiciones nacionales, es digno de la mayor alabanza y merece la gratitud de todos los verdaderos deportistas y de la provincia entera”.

“Esta transformación, trascendental en el futuro del deporte footbolístico en Las Palmas, crea inmediatos problemas de diversas órdenes que es menester resolver con decisión, con entusiasmo y con abnegación. Yo confío en que la experiencia, el empuje y la constancia de los valiosos elementos que me rodean logren vencer las dificultades de todo orden que se presenten y que en fecha no lejana el nombre de nuestro equipo, que es el de nuestra ciudad, y los colores de nuestra provincia marítima que habrá de vestir, sean reconocidos, admirados y temidos en la Península”.

“Desde luego, hay que poner coto a la constante exportación de jugadores y habrá que pensar inclusive en la recuperación de los que se consideren convenientes. Pero sin que lo primero haya de repercutir en perjuicio económico de los buenos equipiers, con los que adquirimos la obligación de colocarnos en condiciones de poder pagarles lo que legítimamente se merezcan. Constituyendo Canarias, proporcionalmente, la mejor cantera de jugadores de toda la Nación, hemos de aspirar a que llegue el día en que tengamos un equipo en la Primera División e integrado, exclusivamente con jugadores canarios, caso que quizá no se daría en ningún otro equipo peninsular”.

“Los campeonatos de este año, en su primera fase, confiamos en que ofrecerán el máximo interés tanto para los jugadores como para el público, ya que los primeros tendrán deseos de demostrar sus condiciones, progresos, entusiasmo y preparación que les permita pasar a integrar el equipo del Unión Deportiva Las Palmas, y los segundos presenciarán, en consecuencia, buenos partidos”. “En la segunda fase, este interés no decaerá, ya que los partidos servirían de entrenamiento y preparación a nuestro equipo, que esperamos habrá de quedarse campeón regional y le veremos ir adquiriendo la compenetración y juego necesario para afrontar con éxito las eliminatorias de la Tercera División, lo que nos permitiría el acceso a la Segunda”.

“Naturalmente, nuestro propósito es no sólo levantar el football canario e introducirlo en la rueda de las competiciones nacionales, hasta alcanzar las más elevadas metas, sino mejorar también la situación económica del jugador, al que habría que exigírsele su total entrega al equipo, pero garantizándole, a cambio, una decorosa retribución mínima y abriéndole las puertas a un mejoramiento ilimitado, sin tener que abandonar para ello la tierra nativa, como no sea para defender y prestigiar los colores de su equipo representativo”. “Claro es que todos estos milagros no pueden realizarse solo con entusiasmo y con palabras. Es necesario dinero. Mucho dinero. Y esto es lo que esperamos que comprendan todos, absolutamente todos, los que de cerca o de lejos tocan estos problemas”.

“Confiamos en que nuestras autoridades y corporaciones nos ayuden. Esperamos que todos los deportistas aporten su grano de arena o su canto blanco a la obra. Esperamos también que todas las personas pudientes amantes de su tierra acudan igualmente en nuestro apoyo y confiamos, por último, en que los jugadores canarios no tengan demasiada impaciencia y comprendan así mismo que estos primeros pasos son difíciles, por lo que deberán reprimir un poco sus legítimas aspiraciones, en la seguridad de que a medida que las dificultades económicas se vayan superando, ellos serán los primeros que toquen los beneficios de tal mejoramiento”.

“La fundación del Unión Deportiva Las Palmas no significa la desaparición de los viejos clubs de tanta tradición y solera, ni mucho menos la de otros más modestos que, aún cuando ascendamos a Segunda División, podrán continuar subsistiendo, jugando sus campeonatos locales y realizando, al propio tiempo, la admirable labor de crear y educar nuevos jugadores, que serán los que habrán de ir nutriendo nuestro equipo, a través del cual podrán alcanzar las más destacadas metas futbolísticas y económicas”. “Nuestro propósito es el de actuar al aire libre y con las cartas boca arriba, porque entendemos que, aspirando a ser el equipo representativo de Las Palmas, no hay que ocultar nada a nadie, ya que todos, sin excepción, han de ser nuestros partidarios, nuestros seguidores y nuestros amigos”.